El año pasado, la tecnología fue clave para facilitar la continuidad del aprendizaje y se convirtió en una parte integral de muchas aulas, ya sea virtuales o presenciales. Sin embargo, el desafío para los docentes, padres y estudiantes sigue siendo mayúsculo y no pasa -únicamente- por salvar esa brecha tecnológica. Una investigación global reciente de YouGov, solicitada por Microsoft, arroja un revelador resultado: más de la mitad de los educadores sostiene que el aprendizaje socioemocional es prioritario para este 2021.

Los maestros encuestados destacan que el contacto diario y el estado de ánimo de los estudiantes se ha convertido en una prioridad. El 54% desea comprender cuáles son las complejidades que atraviesa el alumno para poder ayudarlo; el 49% quiere ejercer influencias en su estado emocional y el 41% busca encontrar aquello que lo motive.

Esa percepción se condice, incluso, con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), difundido por estos días y que indica que habilidades como la empatía, la adaptabilidad y el manejo de las emociones resultan esenciales en tiempos de incertidumbre, crisis y desafíos.

Del lado de los estudiantes, el 48% admite que prefiere flexibilidad al momento de entregar tareas y el 41% desea momentos individuales con sus profesores. Además, la mayoría de los chicos señala que extraña los recreos y el contacto físico con sus amigos.

Aunque globales, esas estadísticas parecen tener correlato en Tucumán. Sebastián Rodríguez -docente de educación física de la escuela El Corte, en Alderetes- cuenta que ha encontrado tan devastado a su alumnado que ha resuelto encarar un proyecto que apunta, simplemente, a fortalecer su estado de ánimo. "Necesitamos que los chicos tengan ganas de estar en la escuela", dice.

Para ello, planean realizar un video en el que todos participen en la planificación, filmación, actuación y bailes. "La virtualidad ha generado una deserción muy grande, la cual no se mide en números reales. No solo deserta aquel que abandona la escuela, sino también aquel que sigue concurriendo pero ya no tiene interés. Tenemos que despertar en ellos la alegría. Que vuelvan a sentirse bien; felices. Somos seres sociales y necesitamos del otro", añade.

Con sus 27 años de docencia y 15 años en el colegio Santa Rosa, la maestra Sandra Izquierdo cuenta que en esa institución han encarado un proyecto para que los niños de las burbujas a las que les toca permanecer en su casa, de manera intercalada, puedan compartir momentos entre sí, aunque sea desde la virtualidad. "Los chicos estuvieron un año aislados. No sociabilizaron y eso en el aula se siente. Es importantísimo que ahora nos enfoquemos en su estado emocional", apunta. Enseguida cuenta la anécdota que una alumnita suya protagonizó hace unos días, cuando ella se volteó para escribir en la pizarra y la niña fue corriendo y la abrazó por detrás, pensando que no la veía. "Los chicos extrañan los abrazos. A mí me dan ganas de amasarlos a veces, y no puedo...", añade.

Además, en su establecimiento advirtieron que algunos pequeños extrañan a compañeros que quedaron en otras burbujas. Para contrarrestarlo, la maestra está pensando en implementar un sistema de mensajería. "En estos momentos, lo más importante es que los chicos vengan a la escuela felices", concluye.

Otros datos finales de la encuesta de Microsoft revelan que se necesitan nuevas herramientas para sortear el proceso de transformación educativa que el mundo atraviesa y  que la pandemia aceleró. De hecho, el 82% de los docentes afirma que la tecnología aceleró el ritmo de la innovación en la enseñanza y el aprendizaje. Por último, un 80% piensa que el año pasado demostró que el aprendizaje no está atado a un tiempo y lugar específicos y que es muy importante comunicarse periódicamente con los estudiantes para saber cómo se sienten.