Daniel Medina

La editorial tucumana Gerania acaba de editar “Tu fuerza primitiva”, libro que aglutina una selección de poemas de Mario Flores, publicados entre 2015 y este 2021. Son 211 páginas de risas y dolor, de nostalgia y oscuridad.

Mario Flores nació en Tartagal en 1990 y fue en 2015 que su nombre empezó a circular en el mundillo de las Letras salteñas. Desembarcó en la capital de la provincia para participar un slam. Se notaba que había pensado y trabajado los tonos, incluso cada gesto con el que se debía recitar cada poema. Quienes tuvieron la suerte de estar ahí esa noche no tuvieron la menor duda de que estaban ante un gran talento. Un talento distinto.

Empezó a escribir a los 14 años. Hacía las rimas para unos pibes que se dedicaban a encuentros de hip hop. Luego empezó a imitar a poetas que iba descubriendo por su cuenta. Era pésimo o al menos eso dice él. “Escribía como si esperara ser aprobado por alguien. Por suerte luego descubrí otra manera de trabajar. Intentaba hallar algo en lo que fuera bueno porque nada me gustaba, ni el deporte ni estudiar, y mediante la escritura encontraba cierta completud”.

Síndrome de diálogos de los Simpson


Cuando ella bajó

hasta esa parte

y la tomó en sus manos, 

puso su cara de complicidad

diciendo: 

chota

me voy a acercar a ti haciendo

am, am, am

y si te como va a ser tu culpa.


Reí

contento de hallar otra psiquis defectuosa

igual a la mía,

aunque algo asustado.

La risa es

la peor enemiga de la excitación. 

Enemigas dependientes

como Batman y el Guasón.


Batman es un científico. 


A diferencia de muchos de los entonces jóvenes escritores de Salta, Flores no pasó por la universidad. Y se jacta de eso. "Estuve en Tartagal hasta los 21, cuando anduve por varias ciudades tratando de sentirme un poco más cómodo. No estudié ninguna carrera. Eso, que puede leerse como una aberración, a mí me da mucha ventaja. Me gusta no depender de ningún estrato académico ni contemplar jerarquías", dice.


Remember summer days

Dice un cartel luminoso en medio de la avenida

con dos gin tonic y dos chicas sonrientes.

Salgo con mi perra a pasear de noche

y siempre nos quedamos un largo rato

mirando ese cartel, esas bebidas, esas sonrisas

congeladas para siempre en el presente

un tiempo remoto inalcanzable.

Salgo con mi perra a pasear de noche

Cuando son menos el tráfico y los cadáveres

porque le gusta roel los cuerpos que encuentra.

A vece a travesamos la ciudad a pie

Cuando el resto de los mortales aun duerme

y volvemos a casa cansados de luz y asfalto

Como si todo se tratara de un sueño.


Tartagal fue -y es- una parte medular en su persona y en su escritura. Esto dijo en una entrevista en 2015: "Tartagal es complejo: le teme a lo que desconoce. El título de mi primer libro trata de eso, de mutar: somos niños pequeños tratando de mutar el lenguaje y el modo de hacer, de tramar la estructura de otro contar”, dice.

En sus poemarios posteriores la ciudad se presenta, siempre, como un escenario postapocaliptico.


Somos la generación a la que más apocalipsis le prometieron

y seguimos aquí

subiendo fotos de atardeceres.


En 2015, al menos en la primera entrevista que Flores brindó a LAGACETA, dijo que concebía humor como un revés que puede aportar mucho al proceso de construcción de cualquier texto y performance. “Escribiendo me pasa lo mismo: no busco ser atrevido, ni original, no trato de instalar un discurso ni tampoco respetar una corriente. En la literatura busco eso: la ironía en el nivel exacto”.

Eso fue en 2015. Quien lea los poemas esos primeros años podrá pensar en Flores como un bufón súper lúcido, los poemas posteriores (y que también integran el libro Tu fuerza primitiva) muestran cómo la risa se va agriando.

Sobre esta descalcificación del humor responde, ahora, en 2021: “Creo que cada libro tiene un carácter definido (o al menos esa era la intención). NOSOTROS NIÑOS MUTANTES sí es más irónico (casi paródico) mientras que POESÍA PARA PASAJEROS... es cursi y meditabundo. UN SILENCIOSO MODO DE ARDER es más flashero, casi lisérgico, y CUANDO LLEGUE EL FIN DE LOS TIEMPOS es de un orden más distópico. En todos hay un poco de humor negro y de ridículo. Pero con el tiempo dejé de lado ciertas fórmulas que planteaban un efectismo personal, porque lo que yo quiero es despersonalizar absolutamente todo. Es por eso que tal vez esa línea temporal, con el paso de los libros, se vuelve más oscura o desencantada. Qué sé yo, así es la depresión, supongo. De todos modos, el libro que cierra la serie, el nuevo, es por lejos mi favorito.”

Flores sigue siendo ese bufón, pero es un bufón sobreviviente. O mejor dicho: sus poemas son los de un sobreviviente que no ha perdido el sentido del humor. Sus poemas más recientes están atravesados por una nostalgia de lo que no pasó. De lo que pudo ser y no fue. Son poemas con pesadillas astilladas. Poesía postapocalíptica, para lectores postapocalípticos.

En 2018 se presentó al concurso de novela breve del Consejo Federal de Inversiones y obtuvo la segunda mención. Meses después editorial Nudista publicó esa novela, Hikaru. La novela, de una prosa exquisita, solo podía haber sido escrita por un poeta: cada palabra está pensada. No hay nada de más.

Paralelamente a su labor de escritura, Mario desarrolló, por un tiempo, una labor periodística. Reseñas y entrevistas a otros hacedores de la región. En 2015 explicó por qué: “Me gusta investigar sobre los diferentes procesos creativos que tiene cada uno. El libro impreso final es solamente una parte de la obra, debajo de las páginas publicadas subyace más información que la que se publica. Por eso me gusta “chusmear” sobre las formas en que cada uno llega al texto. Me sirve mucho porque aprendo sobre las herramientas de escritura que cada uno esgrime, sobre títulos que pueden ser de interés para mí y para los demás. También disfruto mucho de escribir reseñas de los libros que me generaron nuevas preguntas, reseñar es otra configuración de la lectura”, dijo.

En 2021, parte de esa respuesta está desactualizada. “Siempre leo más autores contemporáneos que otra cosa: supongo que mis inquietudes tienen mucho que ver con ese tipo de registro. Y también porque no le encuentro sentido a reseñar obras ya probadas y regurgitadas. De todos modos, cada vez reseño menos y cada vez escribo menos notas. Creo que a nadie le interesa lo que yo tenga para decir sobre ciertas lecturas. También es verdad que vengo leyendo mucho menos que años anteriores: en el último tiempo estuve más metido en otras cosas que en el ambiente actual del pop literario andrógino argentino”, dijo.

Una vez le pregunté ¿Qué libros te hicieron mejor escritor? Y respondió: “Los que decidí no publicar. Más allá de la ironía, lo que me ha permitido mejorar como poeta es la habilidad de tachar a tiempo los textos que no sumaban mucho a mi plano ideal. Y como lector, los libros que más me ayudaron a mejorar y ampliar el panorama son aquellos que recibí como hallazgos espontáneos, los que no aparecen en las encuestas, los que son publicados por editoriales independientes que no reciben la atención que se merecen. En este último tiempo rescaté muchas cosas de la poesía de Robin Myers y la narrativa de Francisco Bitar. Y por otro lado, de las últimas experiencias que me nutrieron muchísimo, está la investigación que estoy haciendo sobre una obra del escritor austriaco Jürgen Berlakovich, que trata sobre poesía sonora, partículas textuales y música electrónica. Es más largo y complejo, pero después de Hikaru viene eso”.

Hay siete años de diferencia entre el primer poemario y el último, recopilados en el libro editado por Gerania. Le pregunto qué cambió en él como lector y como autor en todos estos años. Y responde: “Cambiaron muchas cosas, seguramente, aunque más en lo personal que en lo artístico. Siento que me cuesta leer mucho más que antes: no porque haya realizado grandes lecturas ni mucho menos por poseer un gran corpus de información. Supongo que, a medida que entrenamos nuestra percepción, se nos complica hallar sitios (o textos) en los cuales detenernos. Vamos modificando nuestra forma de disfrutar el modo en que nos enfrentarnos a los textos. Y no sé qué cambió en mi escritura, la verdad: vengo experimentando muchas cosas diferentes, que determinan procesos creativos diferentes. Año a año y libro a libro trato de explorar nuevos modos de crear para, justamente, no aburrirme”.

Pedro Mairal contó una vez que había comprado dos versiones de un libro de Borges. Una primera edición y luego otro, publicado 20 años después, y notó que en la última versión Borges había hecho cabios: quitó palabras, simplificó otras. ¿Qué corrigió Mario Flores para este nuevo libro? ¿Qué cambió? Flores responde que él no le llama cambiar, sino “remasterización" a ese proceso de relectura y reedición de los libros: no son exactamente 'errores' que corregir, sino más bien ajustes. Para TU FUERZA PRIMITIVA hubo muchos reemplazos: saqué varios textos e incluí otros que antes no estaban, con el propósito de que cada libro tuviera un montaje final más coherente. El orden, los leitmotivs y las ideas centrales se mantuvieron igual que cuando fueron publicados por primera vez: cada libro tiene su propio viaje conceptual y mi intención era acentuar más ese aspecto. Es decir, la idea no era hacer una "poesía reunida" ni amontonar todos los textos que andan por ahí, sino plantear un panorama más o menos completo de lo que vine haciendo hasta ahora. Y creo que funciona: es como la versión definitiva ultimate deluxe”, dijo.

Tiene razón. Funciona. La versión definitiva ultimate deluxe.