Estudios, trabajo o nuevas experiencias motivan a los tucumanos a dar un gran paso y subirse al avión. La pandemia, por supuesto, no es obstáculo. Algunos ahora en la provincia y otros en sus nuevos hogares, nos comparten sus historias.

Ayrton Elsinger tiene 26 años y hasta hace unos días, que regresó a Tucumán de visita, vivía en la ciudad italiana de Cinaglio, en la provincia de Asti, a la que retornará en poco más de un mes. En 2017 visitó Europa invitado por un amigo suizo y se enamoró de Italia: “dije ‘ahora o después voy a vivir en ese lugar’”, recuerda. Y así fue. En diciembre de 2019 volvió a la península para realizar el trámite y conseguir la ciudadanía (pudo acceder por su bisabuelo). “En ese segundo viaje descubrí como era la cultura, como se vivía, las oportunidades”, narra el joven, que explica que decidió irse en búsqueda de crecimiento, “no solo económico sino mental; la gente con la que me crucé me dice que tengo como 10 años más de cabeza”.

Todo venía viento en popa hasta que fue sorprendido por el covid-19: “me agarró sin ciudadanía, sin trabajo y casi sin plata”. Tenía pasaje de vuelta el 10 de marzo de 2020 y, aunque ya se comenzaba a conocer del virus, decidió no regresar a Argentina. “Nunca se me pasó (por la cabeza) volver, porque quería cumplir mi sueño, cueste lo que cueste”, afirma. Al principio tuvo mucho miedo, incluso tuvo que acudir a terapia on line: “no quería saber nada con lo que sea salir de casa porque me preocupaba mucho contagiarme”.

En mayo del año pasado consiguió el turno para entregar sus papeles para la ciudadanía, que le fue otorgada en 30 días. “Después de obtenerla, en un mes tuve trabajo”, narra aliviado. Ayrton, que es parte de una empresa funeraria, no tiene miedo de regresar a Europa. “Al volver sentí que este lugar ya no era mi casa, que este país no era donde vivía o quería vivir. Ya soy ciudadano, pago mis impuestos en Italia y quiero seguir adelante”, spstiene emocionado.

Elsinger comenta cómo es el sistema para acceder a la ciudadanía: “primero tenés que buscar al pariente que sea italiano; después encontrar el acta de nacimiento de él y controlar que no se haya naturalizado argentino; luego conseguir las actas de nacimiento, matrimonio y defunción de toda la línea del árbol genealógico hasta llegar a vos”. Según su experiencia, ir a Italia para hacer el trámite es más fácil que desde la Argentina, aunque no sabe si es más barato que contratando gestores o especialistas.

Oportunidades

Lucas Martínez, de 23 años, también pudo acceder al pasaporte europeo por sus antepasados. Su abuela, que era de España emigró a nuestro país. Por ese motivo se le permitió ingresar al viejo continente en febrero pasado, a pesar de las restricciones.

Si bien cuenta que, en principio, lo animó a viajar la ciudadanía española, las oportunidades laborales fueron un gran condimento. Es diseñador de experiencia de usuario y cuenta que Tucumán no tiene mucha salida laboral para el rubro. En Cádiz, donde está viviendo, trabaja de forma remota y freelance, a través de plataformas virtuales.

DESTINO ANDALUCÍA. Lucas Martínez conociendo Cádiz, frente al mar.

“Si quieren venir a Europa estaría bueno tener papeles, aunque sea una visa de trabajo, porque los trabajos en negro son muy escasos y hasta peligrosos o que nadie quiere hacer”, alerta. Actualmente, España tiene uno de los índices más grandes de desempleo en Europa por la pandemia. “No lo hace un destino muy atractivo para quienes quieren buscar trabajo, aunque hay algunos sectores como la industria de software (en lo que él se desempeña) que está siempre buscando gente y en constante ampliación; pero no se encuentra un empleo fácilmente”, aclara.

Martínez dice que al argentino se lo recibe muy bien. “Estoy en Andalucía, que es una comunidad autónoma. La gente es muy cálida, muy amable, sociable y muy buena onda. Tienen muchas cosas en común con los argentinos, lo cual hace que la transición no sea tan dura. Se ve muchos argentinos: sin ir mas lejos, a la par de mi departamento vive un cordobés con su esposa española”, detalla.

Estudiar en EEUU

Selene Díaz Martínez tiene 20 años y vive actualmente en Albuquerque, Nuevo México. A sus 16 años viajó a EEUU por un año, dónde terminó el secundario. Luego regresó a Tucumán y en enero de 2019 volvió a irse: “lo que me llevó a tomar la decisión de quedarme acá estudiando fue que me encantó el lugar, la gente, conocer y vivir otras culturas”. Con una beca estudia Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas con el área de enfoque en Asia.

Hablar de la pandemia es “otra historia”, admite. Sus padres médicos la alertaron de lo que se avecinaba desde enero de 2020 e incluso le pidieron que no haga el intercambio a Francia que tenía planeado. En su primavera (otoño argentino) se agravó la situación epidemiológica y su Universidad (donde vivía) suspendió las actividades. Esa misma noche guardó todas sus pertenencias y consiguió un vuelo a Argentina. Tardó cuatro días en llegar a Tucumán.

FESTIVAL EN ALBUQUERQUE. Selene Díaz Martínez estudia y vive otras experiencias culturales en EEUU, como esta fiesta de globos aerostáticos.

En los cinco meses que pasó en la provincia no podía sacarse de la cabeza la vuelta a EEUU. Su cursado sería híbrido: on line y presencial; viajó en auto hasta Ezeiza y así pudo tomar su vuelo de regreso.

Las ganas de aprender no se pueden frenar. Ahora Selene se encuentra nuevamente en Estados Unidos, estudiando y con un empleo. Si bien al ser estudiante solo puede trabajar en cuestiones relacionadas a su carrera, comenta que hay muchas posibilidades y que con un salario mínimo se puede vivir bien. Lo principal es estar en el país legalmente, que le garantiza a un sueldo y algunos beneficios, como el seguro público de salud, en caso de tener un salario bajo.

(Producción periodística: Nicolás Sánchez Picón)