En los últimos años, Enrique Medina ha dado muestras de incansable actividad. En menos de un lustro, ha publicado, por ejemplo, Sudores y tajos (2018), Casta Murana (2018), Sinfonía infernal (2019) y ¡Priscila, Priscila! (2020). En su última novela, Los condenados, teje una trama de encierro, comunicación virtual y nostalgia por los afectos.

A través de una serie de e-mails, llamadas y mensajes por celular con amigos y familiares, el protagonista -Henry, un alter ego del autor- lleva una crónica de la pandemia que es en parte denuncia y en parte registro de los tiempos.

Henry intenta pintar pero, entre el desgano y la invasión mediática de noticias globales, posterga la tarea. Se comunica con sus hijos. Sale a comprar. Intenta vacunarse, para lo cual contacta, sin éxito, a su obra social. Muere un amigo cercano a quien había conocido hace décadas. La chica que corteja en el supermercado chino muere en trágicas circunstancias. Todo con el trasfondo de la lectura de la Divina comedia de Dante Alighieri, que sirve como anclaje para las acusaciones que realizan el protagonista y su entorno hacia el mal manejo político de la peste, su posible origen, la decadencia económica y el impacto en la vida emocional del planeta (“Cuando no podemos hacer nada, lo poco que podamos hacer es mucho”).

De los tantos diarios de la pandemia publicados en 2020, que oscilaron entre lo doméstico, lo redundante y lo anodino, este se destaca por la conexión con la obra maestra del italiano, citada en pasajes del libro, y por lo sentido del trato del protagonista con su familia: a pesar de la distancia, los vínculos se mantienen firmes.

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Por Matías Carnevale.

PERFIL

Enrique Medina nació en Buenos Aires, en 1937. En 1972 publicó Las Tumbas, su primera novela, con gran reconocimiento de la crítica y repercusión en los lectores. Luego vendrían 25 títulos más. Sus libros fueron prohibidos durante la última dictadura. Trabajó como periodista, crítico y director teatral, actor y guionista cinematográfico. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Arizona y dirigió colecciones literarias en Abril y Galerna.  Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal por Deuda de honor y recibió la Faja de honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Su obra fue traducida a seis idiomas.