Buenos vientos trajeron buenas noticias sobre la ciencia tucumana: el Instituto de Bioprospección y Fisiología Vegetal, dependiente del Conicet NOA y de la UNT, recibió, después de tres años de gestiones (y de investigación en simultáneo) la aprobación, por parte del Ministerio de Salud de la Nación, de un nuevo proyecto. El título: “Estudio químico, fisiológico y biológico de Cannabis sativa (variedad sativa y variedad índica) cultivada en Tucumán, para la obtención de productos de uso medicinal”, y de su mano, el Inbiofiv (que es el ‘nombre corto’ del instituto) se transforma en el primer instituto del Conicet del norte del país autorizado a estudiar con fines medicinales esta planta (el segundo a nivel nacional).

“El Inbiofiv fue creado para llevar adelante estudios interdisciplinarios de especies vegetales de interés regional desde el punto de vista bioquímico, fisiológico, funcional y agroecológico -explica su directora, María Inés Isla, que además es profesora titular de Química Orgánica y Biológica en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT-. Concretamente, buscamos en las especies vegetales lo que llamamos metabolitos útiles; es decir, moléculas que tienen capacidades diversas; una de ellas, poder ser aplicadas a la salud”.

PIONEROS DEL NORTE. El equipo que hará la investigación

Históricamente trabajan con plantas nativas, pero cuando se aprobó la Ley 27.350 (hace poco más de cuatro años, el 29 de marzo de 2017) con el objetivo de dar “un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud” se decidieron. Presentaron su proyecto y desde 2018 llevan adelante una línea de investigación sobre cannabis medicinal.

PROCESO DE OBTENCIÓN METABOLITOS. Lo primero que se saca de las plantas son los aceites esenciales.

“Haber conseguido la aprobación significa lograr llevar adelante el primer cultivo institucional de cannabis medicinal en Tucumán”, destaca Isla y resalta que el gran apoyo de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT jugó un papel central en este proyecto.

Experiencia

“Tenemos una larga expertise en la búsqueda de metabolitos útiles en plantas nativas -señala Isla a LA GACETA-. Y sabemos que de un fitoterápico (es decir, un medicamento de origen vegetal), como de cualquier medicamento, es clave demostrar no sólo su calidad y su eficacia, sino también su seguridad (que no genere efectos indeseados). Y, no menos importante, su trazabilidad, es decir, el proceso de evolución del producto en cada una de sus etapas, desde la planta hasta la formulación del medicamento”.

Con estos (y muchos otros) saberes como herramientas, el proyecto se propone estandarizar las mejores condiciones de cultivo de plantas de cannabis medicinal en Tucumán y seleccionar aquellas cepas con alto potencial medicinal. A partir de allí, se buscará optimizar los procedimientos de extracción de los principios activos, analizar sus propiedades medicinales, y desarrollar productos seguros y de calidad a partir de plantas tucumanas.

La importancia de ser local

Isla insiste en lo importante de “restringir” su estudio a plantas cultivada en la provincia, y esta es la razón: los seres vivos, tenemos un código genético y además desarrollamos reacciones bioquímicas y fisicoquímicas que permiten las diversas actividades de las células: crecer, reproducirse, mantener sus estructuras y responder a estímulos. Es lo que se conoce como metabolismo.

“Para ese proceso generamos metabolitos, como proteínas, azúcares, ácidos nucleicos, lípidos... Estos son metabolitos primarios”, explica Isla. “Pero las plantas producen además metabolitos secundarios, que no les son esenciales para crecer y reproducirse pero sí para sobrevivir, por ejemplo, para adaptarse al medio: producen el color de las flores que atrae polinizadores; señales químicas que atraen bacterias que las defienden de ataques...”, añade y señala: “esos metabolitos secundarios de las plantas son muchísimos (el cannabis tiene más de 500) y varían en función del ambiente al que las plantas deben adaptarse”.

Parece lejana la cuestión, pero no lo es. Una de las maneras de garantizar la eficacia de un medicamento es garantizar la calidad de las moléculas activas (es decir, las que generan el efecto deseado) y estandarizar los procesos de obtención.

“Las moléculas activas en el cannabis son metabolitos secundarios; los más conocidos, y específicos de la especie, son los canabinoides; pero no son los únicos. En realidad, forman parte de un pool de metabolitos que además, en función de las condiciones ambientales en las que vive la planta, pueden cambiar”, explica la experta, y agrega: “las plantas cultivadas en Tucumán pueden producir metabolitos diferentes o en diferentes cantidades de las cultivadas, por ejemplo, en la Patagonia”.

Pero eso no es todo: dentro mismo de la provincia serán diferentes los metabolitos de las cultivadas en el piedemonte de las que se cultiven en lugares áridos o semiáridos, con más o menos radiación ultravioleta. “Esto es así porque las plantas no crecen aisladas; hay factores abióticos y bióticos (interrelación con otros seres vivos) que desencadenan sus respuestas adaptativas, con lo que varía cuáles metabolitos producen y en qué proporción”, explica.

Y sigue sin ser todo. “Quizás sea conveniente aclarar que no es lo mismo una cepa medicinal de cannabis que una para usos recreativos; se diferencian, precisamente, en ese pool de sustancias activas -agrega Isla-. En las medicinales son mayores los niveles de uno de los canabinoides, CBD ; las recreativas tienen más THC. Nosotros vamos a trabajar con plantas de cannabis medicinal de alto contenido en CBD y de entre ellas se hará la selección”.

El objetivo número 1, entonces, es encontrar la especie que ofrezca los metabolitos de mejor calidad para su uso como medicamento y asegurar esa calidad en toda la producción, lo que implica cultivos en condiciones controladas.

Compartir saberes

Pero además el Inbiofiv se propuso brindar capacitación en la temática. Ya venían trabajando en ello, en 2020 organizaron el primer curso de posgrado en cannabis medicinal en el NOA y el 3 de mayo comienza la segunda edición del curso que llamaron “Cannabis medicinal desde la evidencia científica”.

“Mucha gente produce su propio aceite, y está autorizada a hacerlo; pero la salud está implicada en ello, y sin estandarización de procesos y de materias primas, la calidad del producto puede no ser buena”, explica Isla. Por ese motivo, otro de los objetivos del proyecto es brindar servicios de control de calidad de productos de cannabis medicinal, para lo cual cuentan con un laboratorio calificado como Servicio Tecnológico de Alto Nivel (STAN) y aprobado por el Conicet.

Los interesados en estos servicios pueden comunicarse al 4203062 o escribir al correo inbiofiv@csnat.unt.edu.ar.