Cuando la semana pasada la Municipalidad de Yerba Buena reafirmó sus planes de dotarla de una red de ciclovías y bicisendas por las calles internas, se reflotó una vieja pero nunca archivada polémica en la ciudad piedemontana: qué pasa con el transporte público. Es que, en el municipio, los circuitos exclusivos para bicicletas no son solo sustentabilidad, salud y menos contaminación. Son una necesidad concreta de transporte urbano, entendiendo que las líneas de ómnibus transitan principalmente por las avenidas troncales y dejan descubierta la conectividad interna, esa que va de un barrio a otro.

En esa oportunidad, Dino Alfieri, secretario municipal de Planificación y Gestión, en diálogo con LA GACETA, reconoció ese déficit y explicó que se trata de un viejo anhelo, un tema que no se ha ido de la agenda y que hay algunas ideas para ponerlo en marcha. Pero lo cierto es que en el ranking de prioridades, el transporte público interno no ocupa un lugar de privilegio.

“Es un viejo sueño que tenemos, que no depende únicamente de nosotros sino de la articulación con los otros municipios del Gran San Miguel. Sí hay una intención, tenemos algunos trazados en la cabeza, pero en estos momentos las prioridades son concretar la red de ciclovías, lanzar el nuevo Código de Planeamiento, trabajar en el Código de Edificación y recién luego avanzar con el Transporte Público”, enumera el funcionario.

En sus planes se dibujan dos líneas internas: una Línea 0, que trace un círculo por las calles internas de la ciudad; y una Línea 8, que siga el curso de las avenidas principales. “Ambas se interconectarían entre sí, de modo tal que el pasajero pague un solo boleto y pueda llegar a todos los puntos de la ciudad haciendo combinaciones”, visualiza.

¿Los necesita?

Con un futuro nuboso en la agenda oficial, más la ausencia de un reclamo formal por parte de los vecinos y una antigua mala experiencia, hacen que siga siendo una pregunta si Yerba Buena necesita o no transporte público interno. Ezequiel Escándar Fernández, arquitecto tucumano especializado en la Universidad de Sevilla en temas de transporte urbano sustentable, plantea que el caso de la Ciudad Jardín hay que analizarlo desde objetivos y subjetivos.

“En Yerba Buena hay una cultura muy marcada del auto, como principal medio de movilidad. Por una parte, porque hay un mayor poder adquisitivo que en otros distritos; y por otra, por el propio estilo de vida de la ciudad: se vive mucho en countries, donde las casas están alejadas. Eso, más la ausencia de transporte público, a alguien que quiere ir de la avenida Perón a la Aconquija lo obliga a sacar el auto. Más vehículos funcionando, más polución, más accidentes. Además, hay un gran déficit de estacionamiento. Todas esas consecuencias se podrían mermar con un buen transporte público, pero es algo que hay que estudiar desde muchos puntos de vista, incluso el sociológico, para ver si es viable”, analiza el experto.

La cobertura principal de las cinco líneas de ómnibus que transitan por Yerba Buena se enfoca en las avenidas Perón y Aconquija (sentido este-oeste); en menor escala, algunas líneas cubren Camino del Perú-Alfredo Guzmán y calles internas cercanas. El gran ausente es la conexión norte-sur.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que la ciudad es chica. Hay aproximadamente cinco kilómetros desde el Cristo hasta el pie del cerro, y casi lo mismo entre avenida Perón y Camino de Sirga. En bicicleta son menos de 20 minutos de una punta a la otra. Entonces es ideal para recorrer en bicicletas o vehículos eléctricos livianos, como los monopatines.

Para Jorge Berreta, vicepresidente de la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor (Aetat), la respuesta es un no rotundo: Yerba Buena no necesita un transporte público, porque no hay una demanda que sustente el servicio. “No es viable desde el punto de vista económico, es imposible de sustentar. Ya tuvimos una experiencia y no funcionó, principalmente por falta de pasajeros”, sostiene.

“Fue una pésima experiencia la de hace unos cinco años. Hicimos una Unión Transitoria de Empresas (UTE) para explotar el servicio interno, y duró nada más que seis meses. No había manera de hacerlo viable, porque no había una demanda”, insiste el dirigente empresario. Berreta asegura que, a su entender, Yerba Buena no necesita líneas internas y que, de hecho, hay una sobreoferta de unidades de las líneas que sí entran a zonas muy puntuales.