“Hoy por fin podemos tener un día de descanso. Ha sido una semana frenética desde que nos enteramos de la violación. Ayer (el lunes) inclusive, fue una jornada larguísima porque había que hacer estudios y la cámara Gesell”, señaló ayer en entrevista con nuestro diario Érica, la madre de A.. Su hija denunció que el sábado 6 de marzo aceptó salir con un chico a un bar de Burruyacu, luego fueron hasta una fiesta clandestina donde comenzó a sentirse mal y pidió recostarse. En ese contexto fue que tres jóvenes habrían irrumpido en la habitación y habrían abusado de ella.

Además del dolor que los invadió al recibir esa noticia, la vida de la familia denunciante se volvió agitada por el ritmo que requirió presentarse a diario en las dependencias judiciales de la capital para comenzar con la querella. Según contó la madre, a las 5 ya están en pie para organizarse y viajar a San Miguel de Tucumán. El viaje implica al menos una hora en auto. Vuelven tarde a casa, donde otras tareas esperan: entre otras cosas, A. aprovecha ese tiempo para poder atender a su hija de cuatro años. La jornada de la familia concluye a la 1 del día siguiente.

“Mi nieta sabe que pasa algo, pero no entiende porque es muy chica para que se lo expliquemos. ‘¿Qué pasa ‘abu’? Te vi llorando en la tele’. Le dije que la abuela está enferma, y que su mamá la está acompañando al médico”, contó la mujer y rompió en llanto. Toda esta semana, la pequeña quedó al cuidado de sus tíos hasta que su mamá volvió.

Dolor de madre

“Ella tardó unos días en animarse a contarnos lo que pasaba. Nosotros nos dábamos cuenta de que había ocurrido algo grave, pero debíamos esperar a que ella nos lo dijera, porque cuando le preguntábamos con mi marido, nos esquivaba. Nos terminó confesando que abusaron de ella y eso fue terrible para nosotros. Luego, cuando me enteré de los detalles finos del caso me quería infartar”, relató la madre.

Increíblemente, según cuenta la familia de A., el hecho habría comenzado a salir a la luz por parte de los acusados, que lo habrían comentado en el pueblo. “Se burlaban, a espaldas de mi hija de lo que habían hecho. Cuando ella se enteró de eso por una amiga suya, no aguantó más la angustia. Se quebró y nos pidió que la acompañáramos a hacer la denuncia”, detalló Érica. La madre asegura que su hija ya tenía tomada esa decisión desde el primer momento, pero el trauma la paralizaba.

Por otro lado, la mujer descartó que este pudiese ser un hecho aislado. “Estoy convencida de que hay varias chicas que no se animan a denunciarlos por el poder que tienen. A esto ya lo hicieron antes, mi hija no podía ni gritar en determinado momento. No sé qué habrán usado, pero seis latas de cerveza no causan eso”, argumentó. Luego añadió: “voy a seguir pidiendo justicia hasta el final; esto no puede volver a pasarle a nadie. A. sabe que tiene una niña, que en unos años comenzará a salir, irá a bailes y si no cambiamos la historia ahora esto puede pasarle a mi nieta, a sus amigas, o a cualquier otra persona”.

APOYADAS. Agrupaciones sociales y sectores del feminismo acompañaron la protesta en Burruyacu.

Finalmente, Érica aseguró que, cuando la causa concluya, seguirá militando por los casos en El Cajón, El Puestito, Villa Benjamín Aráoz y de otros poblados de la zona que la acompañaron el domingo en su marcha.

Detalles del caso

El sábado 6 de marzo la joven denunciante salió con un chico a tomar una cerveza en un bar de Burruyacu. Ese joven sería familiar de un ex intendente de esa ciudad.

Según la acusación, en determinado momento de la noche, el chico con el que A. había salido irrumpió en la habitación con dos amigos y comenzaron a abusar de ella.

Los jóvenes pasaron del bar a la casa de un conocido en común, donde se celebraba una fiesta clandestina. Allí la joven pidió recostarse porque no se sentía bien.

Los tres jóvenes fueron detenidos y recibieron 18 días de prisión preventiva. La chica, por su parte declaró en cámara Gesell y se sometió a pericias médicas.