Para las provincias del Norte argentino, la visita del presidente Alberto Fernández a Catamarca estuvo marcada por el anuncio de un nuevo régimen para promocionar la generación de empleo en la región, con reducciones de los aportes patronales de un 80% (ver página 8). Para Tucumán, el paso del mandatario nacional por la vecina provincia estuvo signado por la impiadosa interna que estalló en el oficialismo, a partir de la elección del nuevo defensor del Pueblo, el pasado lunes 8, que significó el quiebre de la bancada Justicialista de Todos.

Justamente, el gobernador Juan Manzur se encargó de escribir un nuevo capítulo en su enfrentamiento con el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Viajó acompañado por el legislador Sergio Mansilla, presidente del bloque “Lealtad Peronista”. Y lo reunió con el jefe del Estado nacional. Las declaraciones acerca del diálogo entre los tres políticos en ningún momento se alejan de lo “políticamente correcto”. Pero no eran conceptos lo que buscaba el titular del Poder Ejecutivo, sino imágenes. Ninguna otra sino la “bendición” del presidente del bloque de los 11 legisladores “fieles” por parte del Presidente de la Nación.

La comida

Si de conceptos se trata, Manzur se encargó de verterlos durante la noche del jueves, en la reunión que mantuvo con la dirigencia de la capital convocada por el diputado Carlos Cisneros.

“Hoy empieza una nueva etapa en el peronismo tucumano”, fue uno de los conceptos que habría formulado el gobernador. Acá se trazó una línea. A partir de hoy, hay un peronismo que responde al gobernador y presidente del Partido Justicialista de Tucumán. Se acabó la joda”, habría sentenciado, según trascendió.

Justamente, en esa cena Manzur habría anticipado que llevará la pelea al terreno del PJ. “No voy a tolerar que actos de inconducta partidaria”, adelantó, según atestiguan algunos de los convidados al mitin. En otras palabras, invocó una causal de expulsión de afiliados del justicialismo.

El postre

La respuesta a los dichos del gobernador fue feroz. Llegó de parte de dos legisladores del bloque Justicialista de Todos, que desde la consagración de Eduardo “Lalo” Cobos como ombudsman tiene 21 parlamentarios.

“Celebramos que de una vez por todas el gobernador marque una línea para tratar de atacar el narcotráfico, la pobreza, el desempleo, los problemas de educación y de salud que afligen a toda la provincia. Lo lamentable es que el gobernador hable de terminar con la joda cuando en la misma reunión lo acompañan personas que están en causas judiciales vinculadas a las drogas”, arremetieron Javier Morof y Daniel Deiana.

“Después de más de cinco años de gobierno y más de 1.000 tucumanos muertos victimas de la inseguridad por la incompetencia y la desidia de los funcionarios, el gobernador tomó la decisión de comenzar a atender los graves problemas que tenemos”, ironizaron.