“Conseguí un local en una zona estratégica que estuve esperando años. Hoy ya no quiero crecer en Tucumán. No quiero un empleado más. Argentina me agotó”.

La voz que habla resume el sentimiento del empresariado local. Melancolía. Tristeza. Desazón.

Bronca. Mucha bronca.

“En Argentina lo único que sube son los impuestos”, agrega nuestra voz resignada mientras mira el resumen de su cuenta comitente. Su cartera de inversión no encuentra piso. "Listo. Vendamos. No quiero un bono más. Y la próxima vez que te diga "comprá" no me hagas caso". Con paridades cercanas al 30%, los bonos argentinos no dejan de caer.

A la par, la presión fiscal, que ya es insostenible, continúa en franco ascenso. Esta semana se conoció que la suba del mínimo no imponible en ganancias para personas humanas se compensará con un aumento del tributo a las empresas. Bajar el gasto público en un año electoral sería un suicidio político.

De esta forma una PyME que acumule en un año una ganancia mensual promedio de U$S 1.444 (si, leyó bien, mil cuatrocientos cuarenta y cuatro dólares al mes o U$S 17.333 en el año) se verá sujeta a pagar la alícuota máxima. Este monto puede ser equivalente a lo que gana un funcionario judicial de la provincia, que, en general, no paga este mismo impuesto.

"¡Marcha!, un, dos, no puedo ver tanta mentira organizada. Sin responder con voz ronca, de bronca, de bronca", se escucha de fondo entonando a Pedro y Pablo su "Marcha de la bronca".

Del contado con liqui al contado con cripy (criptomonedas)

“Tenés idea de quién podría armarme una sociedad offshore? Con un grupo de colegas estamos analizando la posibilidad de armar una estructura afuera”. Elusión. Subfacturación. Evasión. Economía en negro. Un "sector" en alza.

¿Por qué el dólar está tan barato? Se pregunta la gran mayoría de los argentinos. El blue opera $10 debajo del contado con liquidación.

“El negocio blue se movió a las criptomonedas. Vos me das cash y yo te deposito las criptos en una wallet (billetera) en cualquier parte del mundo. ¿El costo? Pizarra +3%”, explicaba un operador del inframundo financiero porteño. "La gente está tan desesperada que llegó a pagar hasta 7% por esa misma operación. Una locura", acota nuestro experto.

La pandemia y sus restricciones a la movilidad, encontraron un fuerte aliado en la tecnología. Las operaciones P2P (peer to peer, es decir entre pares) no tienen ningún tipo de trazabilidad.

Pero una moneda virtual no necesariamente está asociada a una operación sin declarar. Las grandes gestoras de inversión o personajes como Elon Musk, fundador de Tesla, se han sumado a la fiebre del bitcoin. Órdenes jugosas en un mercado con poca liquidez y una oferta limitada, han disparado su precio.

Entre el "cuevero amigo" y Elon Musk, sin embargo, existe un universo para nada despreciable. Se trata de empresas e individuos que se dolarizan usando criptoactivos. El "contado con cripy" ha nacido.

Ante numerosas restricciones para dolarizarse por la vía formal, es posible adquirir la divisa usando como medio las criptomonedas. Se trata de transferir pesos, comprar bitcoins (o similares) y venderlos instantáneamente contra dólares. La volatilidad en la moneda poco importa al tratarse de una operación casi instantánea.

Burbujas y no de champagne

Con el precio de la principal criptomoneda tocando nuevos máximos, sus usuales detractores comienzan a advertir sobre potenciales riesgos de burbuja.

Técnicamente una burbuja se define como la diferencia entre el precio de mercado de un activo y sus fundamentos. Al no tener "respaldo" en su emisión, la suba astronómica en el precio del bitcoin se encasillaría dentro del concepto de burbuja.

Si de respaldo se trata, ¿cuál sería el respaldo de una moneda como el dólar? Se trata de dinero fiduciario, es decir basado en la fe. Se confía en la promesa de un gobierno de poder intercambiar esa divisa por su valor en bienes.

Debido a que no está asociada a ningún activo tangible, el valor de una moneda fiduciaria intrínsecamente es cero. Incluso estar atada a las decisiones de política monetaria y fiscal de los gobiernos de turno aumenta su riesgo. Una política monetaria irresponsable puede conducir a la pérdida del valor de la moneda, mayormente conocido como inflación. La inflación, o suba en los precios de la economía, a su vez facilita la creación de burbujas en los mercados financieros.

El riesgo sistémico no solo importa en los momentos de crisis, sino también en las fases de auge, porque precisamente ahí es cuando los desequilibrios se acumulan. Con la Reserva Federal imprimiendo dinero, más rápido que nunca los inversores huelen el fin de la burbuja de activos cuando comience la suba de tasas de interés, hoy cercanas a 0.

Con alta inflación esperada, los inversores buscan depósitos de valor alternativos a las monedas fiduciarias. La era digital exige la digitalización del dinero. Y el bitcoin, con un protocolo de creación descentralizado y oferta acotada, pareciera ser el gran privilegiado.