Reality show de canto en el que 20 parejas de famosos demuestran sus capacidades para la música ante un jurado de profesionales.

Esa es la definición seca del Cantando 2020, el show que la pandemia “le permitió” montar en el prime time de El Trece a LaFlia, porque suponía menos contacto físico que el Bailando.

En un año en que se estuvo más en casa, la TV en vivo cobró nuevos bríos y en la pantalla nacional se estableció nuevamente el duelo de ratings en el prime time entre El Trece y Telefe.

El primero arrancó con un demorado desembarco del reality allá por fines de julio. Al frente de la conducción -canchera y sin tantos alaridos tinellianos-, estuvieron una Laurita Fernández más bien Laura y un Ángel filoso y chicanero De Brito.

A un lado de la pantalla estuvo EL jurado entrenado en esas lides, entre la bizarría necesaria y algunas sentencias justas y didácticas.

En la pista, que tiene tanto del mejor circo, una banda de participantes fueron entrando y saliendo del show, ya por los latigazos del covid o por las pocas habilidades con las cuerdas vocales de unos cuantos que fueron quedando fuera de combate.

De todo, como siempre

A lo largo del ciclo, que ocupó la pantalla nocturna de lunes a viernes ocurrió de todo, como buen reality que se precie.

Hubo comedia, humor, stand up, drama y sobre todo melodrama. Hubo risas, bloopers, enojos, peleas furibundas, lágrimas de cocodrilas y cocodrilos, emociones genuinas y de las otras, deserciones involuntarias y renuncias sospechosas.

Pero también hubo danza intensa, luces, efectos, vestuario, puesta en escena, music hall, y -obvio- canto. Porque aunque el gerundio del nombre del programa no sea muy feliz, lo que hace feliz a la gente es cantar o escuchar cantar, sobre todo cuando los cantantes tienen condiciones, sea cual sea el género musical del que provengan y/o les toque enfrentarse. ¡Y en vivo!

En el balance, de las 20 parejas de “famosos” cuya función es ser imán en pantalla más allá de si croan en lugar de cantar, los que realmente se dieron a conocer son los ignotos cantantes-bailarines-todoterreno formados en la creciente escuela de teatro musical porteña.

Hubo tres participantes de la provincia que compitieron desde el inicio del reality: Gladys La Bomba y su hijo Thyago Griffo. Ambos, habitués de la pista del Bailando, fueron superando etapas, entre la temperamental madre y el talento indiscutible del hijo. Hasta que el covid sacó a la madre de escena por un rato, y aun así el chico pudo llegar a las instancias finales.

La otra participante tucumana -por adopción- de nombre hebreo es Inbal Comedi, que nació en Israel, de padre tucumano y madre porteña, y que vivió unos seis años en la provincia.

Desde el primer día

Comedi se destacó en el certamen desde el primer día hasta llegar a ser finalista.

Demostró formación, talento y versatilidad, y la remó desde el primer día porque le tocó no bailar con el más rengo sino cantar con uno de los más desorejados como Agustín Cachete Sierra. Actor él, ex Chiquititas-Floricienta, es un bajito simpático de voz bien grave, con gravísimos problemas de afinación, al punto que más de una vez le dijeron que no debía intentar cantar. Sin embargo, habilidad de coach mediante, hasta el más desafinado puede llegar a hacer creer que canta si toma el repertorio adecuado y con una partener de la calidad de Comedi.

Para colmo, Sierra llevó a la pista, en cada una de sus presentaciones, a su perra Marta, una staffordshire bull terrier negra. Esa fue la frutilla que impulsó a que el público eligiera a la pareja Sierra-Comedi.

La otra pareja que llegó a la final fue la de Ángela Leiva y Brian Lancelotta que, como los otros participantes del palo de la música tropical, demostraron que pueden surfear otros géneros a fuerza de talento.

Si bien opacado por los cocineros célebres en competencia, el rating sostenido del Cantando 2020 determinó que se prolongara hasta entrado 2021, tal como el reality que llegará a su fin el lunes.