Lisa Martin es una mujer de 49 años que el 27 de septiembre del año pasado le confirmaron que había contraído covid-19. De esta forma, se sumaba a las cas casi inconmensurables estad´siticas de casos positivos en su país, Estados Unidos.

Luego de recibir el diagnóstico fue internada y debió recibir asistencia respiratoria ya que, debido a la severidad del virus, sus pulmones habían quedado demasiado deteriorados para respirar por su cuenta. Para realizar ese procedimiento, los médicos debieron sedarla e inducirla a un coma farmacológico.

El cuerpo de Lisa estaba tan debilitado que no resistió y sufrió un infarto cerebral en el lóbulo frontal. El fin de esa jornada marcaría un camino lento y casi insufrible para ella y su familia: a los 59 días de internación en coma se le sumaron 40 más de internación.

Ante el desgaste físico y psicológico, y tras haber agotado todos las instancias médicas disponibles, la familia Martin debió enfrentarse a la peor decisión: retirarle el respirador. Para sorpresa de todos sus cuidadores, Lisa despertó un día antes de ser desconectada. Así pudo reincorporarse de a poco e iniciar su rehabilitación.