Por Santiago Garmendia, doctor en Filosofía

El villano moral

El año que terminó fue algo así como el año que haría llorar a Thanos, el personaje de Los Vengadores. Porque el villano de Marvel es moralmente superior al maltusianismo: su meta era eliminar a la mitad de la vida del universo, pero de modo aleatorio.

Algunos deberán morir: así es la vida, en cambio, es un lugar común para los que no son titanes de historietas. Y en ese caso, serán los débiles, los gordos, los enfermos, los viejos, los que presentan “comorbilidades“, lo cual no deja de ser un guiño cómplice para tranquilizar a los salvados.

¿No será hora de pensar, también, en la frase “demasiado viejo para morir”? Porque Demasiados jóvenes para morir era un western, cuyo título sólo implora por los jóvenes...

Este no es país para los viejos. La patología no sólo fue la covid-19. Es todo un sistema cultural de aspiraciones en el que no todos valen lo mismo. Se  consolidó en estos meses todo tipo de vilezas epistémicas: fake news, bosta discursiva, memes, morbo y discursos discriminatorios. Todo esto fue compartido por nosotros, atentos al compartido.

Quizás necesitamos este año que nuestros dispositivos no nos dejen reenviar un mensaje por lo menos durante 30 segundos. O que no podamos hacerlo sin contestar, antes, una pregunta que emerja del celular: ¿en serio?

Saber, creer, conocer

Los transeúntes, los legos, somos infantiles, no sin cierto sentido de la oportunidad, con respecto a la ciencia y al conocimiento.  Unas veces nos conviene y nos entregamos con ingenuidad a las mieles de la técnica. En otras, nos volvemos ultra conspiracionistas  (“saben la verdad”, “nos engañan”, “son el genio de Descartes”). Si no nos sirven las anteriores, nos hacemos escépticos: terminamos siendo de esos entre los que, al final, nadie sabe nada. La tecnociencia hace lo propio con mucho cálculo para esquivar las críticas.

Parece necesario para este año que dejemos de lado estas convulsiones y comencemos una relación más adulta, en la que podamos discutir qué debemos exigir. Y participar de debates que eleven el piso y el techo de nuestra ciencia y sus productos.

La clase política no estuvo a la altura de los desafíos y debe prepararse en el mismo sentido. Por momentos se ha comportado como un tendero que tiene la clientela de los que piensan así y ha hecho todas las diligencias sin cuestionar la verdad y la humanidad de esa creencia. Ni se le ha movido un pelo, tampoco, para que de ser la ciudadanía una “clientela”, por lo menos se torne una potencial masa crítica.

Vínculos por recuperar

Acatar en democracia un aislamiento como el que se nos ha planteado, esa suerte “infectocracia“ -ya que se habló de “infectadura”- fue un desafío mayúsculo porque una medida de este tipo se basa en la confianza de los aislados respecto a sus aislantes y de las razones científico-humanistas para su decreto. Razones que tienen que ser explicadas y discutidas ampliamente.

Si no se recupera el vínculo entre aislantes y aislados vamos a terminar, finalmente, todos a la intemperie.


En el cine

Acerca de la vez en que el malo les ganó a los buenos

Thanos es el villano que, en las últimas dos entregas de “Los Vengadores”, busca las “gemas del infinito” que lo tornan todopoderoso. En “Infinity War” las consigue y consagra su plan: devolverle equilibrio al universo matando a la mitad de los seres vivos, en nombre de que sólo así alcanzarán los recursos para todos.