Oficialmente el Rally Dakar comenzará el 3 de enero, pero para algunos de los participantes argentinos largó antes. La palabra “odisea” es algo así como la descripción de cabecera de la carrera y más que nunca se aplicó, no en el desierto de Arabia Saudita, sino en los mostradores de Ezeiza. Entre periodistas, pilotos y navegantes 50 personas quedaron varadas en el aeropuerto. La comitiva iba a viajar en un vuelo regular con destino a París para tomar allí un charter hacia Jeddah, donde larga y llega la carrera, pero no recibió el permiso de los franceses.

Entre los afectados estaban los pilotos Luciano Benavides, Santiago Hansen, Tobías Carrizo y los navegantes Juan Manuel Silva y Ricardo Torlaschi. A la comitiva se la dividió con destinos a Frankfurt y de allí a Praga (Benavides, Silva y Hansen hicieron ese trayecto) y a Río de Janeiro con arribo a Dubai. En esos puntos, abordarán los charter que la organización puso.

Cuando el domingo 20 Arabia Saudita anunció el cierre de sus fronteras debido a la aparición de la nueva cepa de la covid-19, un manto de duda cubrió a la realización del Dakar. Por ello los organizadores pusieron vuelos privados adicionales, la única manera de ingresar a territorio saudí, pero la complicación está en que los protagonistas deben llegar hasta esos lugares. Los argentinos en competencia serán 16 y los que empiecen a llegar hoy a Jeddah (Kevin Benavides estaba en Portugal, pudo llegar ayer) se encontrarán con una ciudad protocolizada por la covid-19. Todos deberán autoaislarse por 48 horas, entre viernes y sábado, cuando se realicen los trámites administrativos, se les hará una PCR. En los campamentos la vida transcurrirá con sistema de “burbuja”, el distanciamiento y e barbijo serán obligatorios y se dispondrá de personal dedicado al cumplimiento de esas normas.