Melani González esperaba un final feliz. Cursaba el embarazo de su segunda hija cuando se enfermó de coronavirus. Después de estar 15 días internada en coma e intubada, un día despertó y su vientre estaba plano. Le habían hecho una cesárea de urgencia y su bebé se encontraba internada, grave, en Neonatología de la Maternidad. Pudo conocer a la pequeña Anita un mes después. Los días pasaban y las noticias de los médicos no eran buenas. “A la bebé le diagnosticaron hidrocefalia y displasia, y ahora lucha por su vida” contó la mamá.

La desesperación que viven los padres de Anita es inmensa. La niña nació seismesina y con un peso de 700 gramos. Desde entonces, está postrada en una cama, mientras recibe oxígeno y medicamentos para aplacar el dolor.

“Rezamos para que mejore. Mientras tanto, estamos esperando una válvula para evitar que siga sufriendo tanto”, explicó la mamá. A raíz de la hidrocefalia que padece la bebé, en las cavidades de su cerebro se han acumulado fluidos que causan la inflamación de su cabeza.

Lo que más les aflige, por otro lado, es que deben conseguir una mochila de oxígeno que la pequeña tendrá usar de por vida, según les dijeron los médicos. La familia no cuenta con recursos para solventar ese gasto.

La internación

Melani, de 24 años, cursaba la semana 28 de su embarazo (tenía fecha de parto para el 29 de noviembre) cuando empezó a sentir fiebre y dolores en las vías urinarias. Preocupados, sus familiares la llevaron desde su casa, en el barrio Municipal, hasta la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes. Allí quedó internada en observación. De repente, se descompuso y comenzó a convulsionar. El 5 de septiembre su análisis dio positivo para covid-19. Entró en asistencia mecánica respiratoria y le hicieron la cesárea. Estuvo al borde de la muerte, pero pudo salir de su estado crítico luego de recibir medicación y plasma. Durante 17 días permaneció internada en la Maternidad. Luego, fue trasladada al hospital Centro de Salud.

“El estado actual de Anita es muy complicado. La está peleando mucho; cada día aparecen problemas nuevos. Pero sigue adelante, siembre con su sonrisa”, detalla la mamá. Visita a su hija todos los días, durante una hora, en la sala de prematuros.

Temores

Junto al papá de la bebé, Daniel Gómez, confían en que al menos la niña deje de sufrir. “Según nos dijeron los médicos, cuando me enfermé de coronavirus, me faltó el oxígeno y a la bebé se le hizo una hemorragia en la cabeza”, explica Melani.

“Al principio, con mi esposo y toda la familia rezamos mucho porque pensamos que no iba a sobrevivir. Cuando la vimos por primera vez fue un milagro; algo hermoso. Luego, todo fue empeorando cada vez más. Día a día crece más su cabecita. Hay que operarla cuanto antes y ponerle la válvula. La verdad es que la vemos ahí, tan frágil, que tenemos muchísimo miedo de perderla”, concluye la joven, que también es mamá de una nena de siete años.