La esperada serie “Patria”, que acaba de estrenar HBO, narra la historia de dos familias enemistadas por la guerra terrorista de la agrupación independentista ETA (Euskadi Ta Askatasuna: Patria Vasca y Libertad), que perpetró más de 864 crímenes. Está basada en la novela de Fernando Aramburu, de 2016, que fue uno de los más resonantes éxitos editoriales de los últimos años. Centra su mirada en los daños del conflicto para la población de toda una región.

Un mapa de contradicciones y violencia

El libro de Aramburu acumuló elogios en los medios de comunicación españoles, pero también fue objeto de críticas que lo señalaron por su parcialidad política. Eso significa que la serie va a renovar las polémicas en su país de origen y en el resto del mundo.

La serie de ocho episodios llega de la mano del guionista y productor Aitor Gabilondo, nacido en San Sebastián (País Vasco), quien declaró que “Patria” era una “serie universal de relaciones muy reconocibles” a pesar de tratar sobre un conflicto y una zona particular.

La trama sigue la historia de dos familias a lo largo de tres décadas, en un relato que va y viene entre 1980 y 2011, cuando ETA comunicó que abandonaría la lucha armada

Un hecho puntual es el eje de la historia, y marca una bisagra en la trayectoria vital de todos los protagonistas: el asesinato de Txato (José Ramón Soroiz) a manos de ETA. A partir de allí, la vida de su esposa Bittori (Elena Irureta) queda marcada por ese episodio, detenida en el tiempo como si el duelo se prolongara sin fin y como si cada día fuera el día del atentado.

Las relaciones con la familia de su amiga Miren (Ane Gabarain), cuyo hijo Joxe Mari (Jon Olivares) milita en el nacionalismo vasco, se cortan. Su espesa enemistad representa desde entonces dos miradas, dos formas de vivir el conflicto en Euskadi.

El guionista Gabilondo se inclina por tender puentes entre esas dos formas de ver, por marcar el dolor y las fracturas en la sociedad para luego encontrar alguna clase de reconciliación.

La vuelta de Bittori al pueblo en 2011 produce un alzamiento de los humores y recrudece aquellas dos posturas maniqueas: o están los vascos que odian a ETA y la tildan de extremista, o los que creen en el nacionalismo que buscaba la independencia del opresor Estado español, tanto el del dictador Francisco Franco como el de la vuelta de la democracia.

El afiche promocional de la serie provocó un intenso debate en las redes sociales, ya que la imagen “equipara a las víctimas de ETA y a los verdugos”. Pero el autor del libro, Fernando Aramburu, lo atribuyó a una estrategia de marketing. “Juzgo que este afiche no es suficiente para formarse una impresión completa de la serie, por más que incluya, como mi novela, un episodio de malos tratos en la comisaría, cosa que solía ocurrir, si bien a espaldas de la ley. Ley que, como se sabe, fue aplicada algunas veces con resultados condenatorios”, señaló.

“Atribuyo el afiche a una estrategia de marketing que no comparto. Incumple una norma que yo me impuse cuando escribí mi libro: no perder de vista el dolor de las víctimas del terrorismo, tratarlas con la empatía y el cariño que merecen. La serie, en mi opinión, sí lo hace -agregó el escritor. Además, Aramburu comentó que después de ver la serie, hay una o dos secuencias que le molestan, “pero la trama es, en líneas generales, próxima a lo que yo narré en mi novela -dijo-, con una clara línea divisoria entre quien sufre y quien hace sufrir, con un nítido propósito de mostrar la circunstancia humana de cada uno de los personajes”.