Los años 20 del siglo pasado fueron de cambios para Tucumán. Se realizó una serie de construcciones, tanto de particulares como oficiales, que modificaron la fisonomía de la ciudad, dejando atrás el paisaje aldeano e iniciando el de una urbe moderna. De aquellos años son muchos edificios y parques que aún pueden ser vistos: el del Banco Provincia, el parque Avellaneda, el colegio Santa Rosa, entre otros.
La inversión privada y los comerciantes deciden mostrar con obras lo rentable de sus negocios. De esa época son la casa Della´Acqua, Gath y Chaves, o la Casa Voss que inaugura una gran ampliación de su local en la esquina de San Martín y Muñecas. A estas se sumó la ubicada en la esquina de San Juan y Maipú perteneciente a los Grandes Almacenes de la Casa Apás, que aún pervive para admiración de muchos.
Según nuestro cronista: “es un hermoso edificio de dos pisos, cuyos planos pertenecen al ya fallecido constructor Víctor Abate. Su arquitectura sobria y elegante aumenta la belleza de Tucumán”. De acuerdo con la crónica, la firma, reconocida desde hacía años, “con los nuevos almacenes, que amplían su negocio en forma extraordinaria, ha demostrado su gran interés por servir dignamente a su clientela, prodigándole más confort y comodidad”. La nueva edificación fue inaugurada en la tarde del 4 de septiembre de 1926.
Sobre el área de ventas se decía en nuestro diario: “Es un salón elegante, de gran amplitud, las columnas que sostienen el techo, lujosamente adornado y con profusión de focos de luz, tiene grandes espejos biselados”. Junto a aquel salón se ubicaba la sección de ventas al por mayor con otro espacio de grandes dimensiones.
En el subsuelo estaban los depósitos que reunían todas las medidas de seguridad previstas para la época y con un gran montacargas se podían llevar elementos desde allí hasta el primer piso y la planta baja.
Las vidrieras fueron otro elemento destacado. Sobre ellas decíamos: “son cinco vidrieras de gran amplitud con una extraordinaria exquisitez y mucho arte”, donde se exhiben los productos de mayor “refinamiento de la moda metropolitana”. Además se reconocía que con la presencia del negocio en esa zona “se amplía dignamente el radio del gran comercio tucumano”.
La presentación tuvo todos los ingredientes del marketing actual, invitados especiales, autoridades, periodistas y figuras de renombre se dieron cita en una fiesta que comenzó pasadas las 15 y culminó bien entrada la noche. Hubo música, regalos y un ágape.
La descripción de nuestro cronista es clave: “el público desfiló por los amplios salones, admirando el lujo y el gusto exquisito de su adorno, pasando luego a la planta superior, donde después de ser atendidos amablemente, se organizó un baile animado”. El catering estuvo a cargo de la recordada confitería París.
“Es una casa confortable, en la que se han introducido todos los adelantos modernos, al estilo de las mejores construcciones comerciales de Buenos Aires y montada con todas las exigencias que requiere el comercio de mercaderías y ropa”.
La empresa con capitales tucumanos salía a competir en igualdad de condiciones con las otras instaladas en la provincia, pero de capitales foráneos.
Para tener en cuenta, en aquel mismo 1926 se instalaron los primeros surtidores de la firma nacional YPF, que había sido fundada en 1922. El lugar elegido fue la mismísima plaza Independencia frente a la Catedral. En esa tercera década del siglo XX comenzó a crecer fuertemente la presencia de automóviles.
Gath y Chaves
La emblemática esquina enfrentada a la Casa de Gobierno siempre fue muy requerida para instalar comercios de diversa índole. En 1911 se abrió la conocida casa “Gath y Chaves”, hasta que en 1923 construyó su propio local en 25 de Mayo y Córdoba, donde hoy funciona la delegación de la Anses.
Tras la salida de “Gath y Chaves”, la compañía Dell’Acqua alzó una imponente construcción de dos plantas en el privilegiado sitio, que -entre elogios y admiración-, fue inaugurada el 11 de mayo de 1926. Se destacaba, sobre todo, en la cumbre de la ochava, una gran pantalla que cobijaba la colorida imagen de una cuadriga, ejecutada en mosaicos venecianos, especialmente importada de Italia.
Banco Provincia
“Tucumán ha visto levantarse en estos últimos meses uno de los edificios más monumentales de la ciudad. Como al conjuro de arte de encantamiento, lo que era hasta ayer nomás una esquina antiestética, se ha convertido en un soberbio espacio, legítimo orgullo para nuestra ciudad y para el Norte de la República”.
Con estas palabras se iniciaba la producción especial con motivo de la inauguración del flamante edificio del Banco de la Provincia en la esquina de Laprida y San Martín, que se inauguró el 14 de abril de 1928.
El cronista reconocía que el monumental edificio “le da características de gran urbe a la ciudad”. Para agregar: “por la celeridad con que ha sido realizada esta obra, la justeza misma de todos los trabajos, centenares de obreros que trabajaron en la misma y los cientos de detalles que son necesarios consignar, ha quedado en el ambiente de nuestra ciudad el convencimiento de que se ha realizado una obra magnífica”. El proyecto fue declarado obra del ingeniero Alejandro Virasoro.
Colegio Santa Rosa
“Al turista que haya visitado esta capital medio año atrás, el paso por esa arteria urbana le produciría hoy, sin duda, una sorpresa agradable. Hace apenas seis meses, donde ahora se eleva el nuevo edificio, existía una serie de casas de aspecto desvencijado: bajas, cuyos añosos revoques amenazaban un cercano desmoronamiento. Su demolición cedió al impulso del progreso y la estética edilicia se afianzó contribuyendo con su aporte a la transformación urbana que viene operando en esta ciudad, para hacer de ella una de las más modernas que tiene el país”. De esta forma nuestro diario del 1 de febrero de 1929 anunciaba el final de la obra del edificio de tres pisos ubicado en la esquina de 24 de Septiembre y Muñecas, que correspondía al colegio Santa Rosa
Parque Avellaneda
“Sobre ocho manzanas, en el lugar en que se hallaban el antiguo Jardín Zoológico y el vivero municipal, se ha construido un parque hermosísimo; sus canteros ricos en árboles y plantas, sus macizos de flores, las veredas amplias y cubiertas de polvo de ladrillo que les da un color magnífico a sus monumentos levantados; su rotonda para las retretas y por último su admirable pileta de natación, le convierten en uno de los paseos más importantes y bellos de nuestra capital, que puede sentirse orgullosa”. De este modo nuestro diario anunciaba la inauguración del parque Nicolás Avellaneda que ocurrió el 24 de marzo de 1929.