El 27 de agosto de 1859, George Bissell y Edwin Drake lograron operar con éxito y por primera vez un pozo específicamente petrolero por medio de una plataforma de perforación. Fue en Oil Creek, cerca de Titusville (Pensilvania). El pozo Drake es citado a menudo como “el primer” pozo comercial de petróleo, aunque ese título es disputado también por pozos de Azerbaiyán, de Ontario, de Virginia Occidental y de Polonia, entre otros. Sin embargo, antes del pozo Drake, los pozos productores en los Estados Unidos habían sido perforados para extraer salmuera, y producían gas y petróleo como subproducto accidental.

A Edwin Drake le gustaba que lo llamaran coronel, aunque no lo era. Durante su vida había sido casi todo menos eso: maquinista de ferrocarril, oficinista, agente de correos… Procedía de una familia humilde de rancheros del estado de Nueva York y era el ejemplo perfecto de un hombre americano “hecho a sí mismo”. A los 19 años se fue de su casa para ganarse la vida y terminó fundando una de las industrias más lucrativas de todos los tiempos: la petrolera. Una industria que cambió también la historia de la humanidad. 

El pozo de Drake llegó a producir algo más de 30 barriles al día, que, a un precio de 20 dólares, suponían unos ingresos de 600 dólares diarios. Una auténtica fortuna que no tardó en encontrar imitadores. La ladera en la que se situaba el pozo sólo tenía árboles y pequeños matorrales a su alrededor; unos años después ya no quedaba nada. En su lugar “brotaron” miles de pozos que buscaban el ansiado “oro negro”. 

Aunque todavía no existía el motor de combustión, la aplicación del petróleo para la iluminación tenía suficiente potencial como para garantizar millones de dólares de beneficios. En EEUU, el subsuelo pertenece al dueño del suelo, de modo que la primera parte de la inversión consistió en la compra de terrenos. Los precios se dispararon rápidamente y se generó así una primera burbuja muy lucrativa consistente en vender pequeñas parcelas.

El petróleo se conoce desde la prehistoria. La Biblia lo menciona como betún, o como asfalto. Por ejemplo vemos que en el Génesis, capítulo 11 versículo 3, se dice que el asfalto se usó para pegar los ladrillos de la torre de Babel. También las poblaciones precolombina conocían y usaban el petróleo, que les servía de impermeabilizante para embarcaciones. El oro negro recién fue descubierto en Argentina cuando nació el primer yacimiento el 13 de diciembre de 1907 en las cercanías del por entonces poblado de Comodoro Rivadavia. Pero hubo que esperar 15 años para que la producción creciera y fue con la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), por parte del presidente Hipólito Yrigoyen. Al mando de la firma estuvo Enrique Mosconi. YPF fue la encargada de la extracción, destilación y transporte del petróleo y sus derivados, que hasta ese momento estaban monopolizados por empresas extranjeras.