En la actualidad es muy poco habitual que se destaque en matemáticas alguien que no provenga de las ciencias duras o que carezca de formación científica. Pero en otras épocas sí podemos encontrar ejemplos. El que nos ocupa corresponde a Pierre de Fermat, que había estudiado estudiado leyes por mandato familiar -era una profesión muy elegida por sus parientes, pero más allá de eso era un brillante matemático.
Nació el 17 de agosto de 1601 en Beaumont-de-Lomagne, Francia. y murió el 12 de enero de 1665. Era hijo de Dominique, rico comerciante de pieles, y Claire de Long, descendiente de una familia de juristas. La carrera de Fermat como jurista fue meteórica, pero no era este el único campo que lo atraía. Las matemáticas eran su pasión y no tardó en demostrarlo.
La principal aportación de Fermat fue hacer de la teoría de números una ciencia sistemática. Los trabajos sobre esta cuestión que completó fueron tan revolucionarios y adelantados que su valor fue pobremente entendido, por eso su fama a comienzos del siglo XVII se debió a las contribuciones en otros campos. Estos incluían igeometría analítica, estadísticas y análisis matemático.
Existen los números de Fermat, que son una serie de primos. La pasión que desarrolló sobre esta cuestión puede haberse debido a la influencia de un ejemplar de la Arithmetica, de Diofanto de Alejandría, que llegó a sus manos. A través de ese libro Fermat comenzó a estudiar los números. Su teoría más enigmática -el Teorema de Fermat- pudo resolverse en 1995, 350 años después de su formulación. Esta solución al teorema requirió complejas conjeturas y tiene una extensión de 100 páginas. Expresó Fermat: “es imposible dividir un cubo en suma de dos cubos, o un bicuadrado en suma de dos bicuadrados, o en general, cualquier potencia superior a dos en dos potencias del mismo grado; he descubierto una demostración maravillosa de esta afirmación. Pero este margen es demasiado angosto para contenerla”.
Mucha gente piensa que la “maravillosa” demostración contenía algún error. Aunque no es un hecho definitivo, uno de los motivos que hacen que todo el mundo recele de dicha demostración es que matemáticos de la talla de Euler, Lagrange, Sophie Germain, Kummer y un largo etcétera sólo fuera capaces de demostrar casos particulares del resultado.El teorema de Pitágoras, que tanta zozobra y angustia suele generar a los alumnos en el colegio secundario, es un caso especial del Teorema de Fermat, el jurista más matemático de la historia.