La noche del 24 de marzo de 2011 fue distinta en Moreno y Alsina, una esquina identificada con el voley de la capital. En una de las sedes deportivas de Instituto Pellegrini, colegio que por muchos años apostó al deporte para fortalecer su imagen presentando un equipo en la elite nacional, se produjo un episodio curioso. En ese punto de barrio sur, con una lluvia tenue y una temperatura que obligaba a usar algún abrigo, un grupo de jugadores aguardaba. El portón estaba cerrado y no había indicio de que alguien del otro lado pudiera abrirlo.

Ese grupo era MSM - Bella Vista, equipo que disputaba el playout del torneo. Entre el “tricolor” tucumano y los bonaerenses se definía la plaza. Pellegrini, en la entonces Serie A1 hoy Liga Nacional de Voley (LNV), había terminado casi en el fondo de la tabla en esa temporada. MSM - Bella Vista, fusión entre la Municipalidad de San Miguel y el club Bella Vista, en la A2, quedó tercero. Finalmente la serie, que vendría a ser lo que en el fútbol es la Promoción, quedó para los bonaerenses que ascendieron a la máxima categoría.

Un “Ascenso en la vereda” tituló el diario deportivo Olé. Y así fue. Lo que pasó es que el partido nunca se jugó por una cuestión de aviones, radares, e idas y vueltas burocráticas. En el medio, casi olvidados, quedaron dos partidos de gran nivel.

El “Tricolor”, dirigido por Pablo Del Grecco, perdió el primer partido en su cancha. Nadie se lo esperaba. Los ánimos estaban caldeados: tras la derrota Diego Fernández, líbero del equipo, tuvo un cruce de palabras fuera del estadio con algunos simpatizantes. Eso pasó el martes previo, mientras que el sábado, así como unas horas antes Pellegrini había perdido en sets corridos, después ganó de visitante de la misma manera. Todos debían volver a Tucumán para definir cuál se quedaba con el lugar en la Primera división.

El problema surgió el día 21, el lunes, cuando una falla en el sistema de comunicaciones afectó a las tres estaciones aéreas de Buenos Aires y los vuelos fueron cancelados. El martes 22, a las 21.30, debía jugarse el partido desempate, pero MSM - Bella Vista nunca pudo llegar. La dirigencia del club informó a la Asociación Clubes Liga Argentina de Voley (Aclav) el martes a la madrugada sobre la situación. La Aclav, entonces, postergó el partido para el jueves basándose en su libro de reglamento en el que se indicaba que la medida se tomaba porque había “circunstancias excepcionales que impedían el normal desarrollo de la competencia”.

“En la Liga hay muchísimas anécdotas de equipos que tuvieron que reprogramar viajes sobre la hora, pero lo último que se hace es cambiar una fecha ya programada”, recordó Juan Valenzuela, subcapitán de ese equipo. “Lamentablemente, como muchas veces ocurre, las federaciones nacionales fallan o apoyan a los equipos del centro o capital y no del interior”, analizó. “La sensación era que, después de ese segundo gran partido que hicimos de visitantes, teníamos muchas chances de mantener la categoría”, lamentó el punta.

Para Pellegrini la medida no fue justa y expuso sus razones. Los “Tricolores” también consideraban que su situación, ante la reprogramación planteada, era excepcional porque todo el plantel quedaba liberado el martes, luego del tercer partido. Una decisión nada fuera de lo normal, ya que luego de ese juego que era condicionante según el desarrollo de la serie, ganara o perdiera, la temporada llegaba a su final para Pellegrini y el regreso a la competición sería no antes de octubre. Como es bien sabido, desde hace más de una década, mantener un plantel en el voley argentino requiere una habilidad económica casi artesanal. Además, muchos jugadores del plantel ya tenían compromisos asumidos.

Con esas dos posiciones puestas de manifiesto en los medios de comunicación y planteadas en llamados telefónicos y correos electrónicos, la “justicia” favoreció a MSM - Bella Vista. Instituto Pellegrini no aceptó la medida y siguió cumpliendo, pero el cronograma original, el que ya no existía. Así que ese martes 22 de marzo por la noche el estadio de Moreno y Alsina tenía su puerta abierta, las luces encendidas, la red que cruzaba la cancha y las tribunas vacías.

Los jugadores lucían impecables con la indumentaria de competencia, pero no hacían el calentamiento previo. En cambio, el equipo completo estaba sentado frente a un pequeño grupo de periodistas para escuchar el descargo de Carlos Valenzuela, mánager del equipo. Mientras tanto, MSM - Bella Vista, sabiendo que el partido no se iba a disputar, se trasladaba vía terrestre hacia la provincia para jugar ese jueves.


En la esquina

Los visitantes llegaron y se presentaron el día de la reprogramación. “Los jugadores estaban un poco temerosos”, recuerda Nicolás Pacheco. Él fue el supervisor de ese partido. “Pensaban que podía haber algún incidente. Pero estaban, como estábamos todos: tristes”, rememoró Pacheco que cumplió su tarea y cerró la planilla con un triunfo de MSM - Bella Vista por 3-0. Su informe marcaba que las condiciones de juego no estaban dadas porque no había policías, ni ambulancia y tampoco, claramente, estaba presente el equipo local. “Nunca me tocó una situación de ese tipo. Me dejó un sabor amargo porque no le hacía bien al voley. Los partidos deben definirse en la cancha y que gane el mejor. Pero también existen los reglamentos y aquella vez se aplicaron”, agregó.

“A los que amamos el voley, no nos va a convencer nunca que un partido no se juegue y que el resultado se defina de otra manera. Tanto los jugadores de Pellegrini como los de Bella Vista querían jugar el partido, eso para mí era lo justo”, opinó Pacheco el que certificó el descenso del “Tricolor”, que empezó en el cielo y terminó en la vereda.