NOVELA

MENTIRA Y SORTILEGIO

ELSA MORANTE

(Lumen – Buenos Aires)

Elsa Morante (Roma 1912-1985) fue la primera mujer en obtener el premio Strega en 1957 con L’isola di Arturo. Autora de una amplia obra literaria -traducida al inglés, español, francés, alemán, hebreo, entre otras lenguas- nos presenta en esta novela, desde la mirada y la voz de Elisa De Salvi, las historias de amores cruzados entre Anna, Edoardo, Francesco, Rosaria y los contextos sociales y familiares en los que se insertan: Roma y el sur de Italia a inicios del siglo XX.

Natalia Ginzburg no ha vacilado en considerarla un clásico de la literatura universal y Juan Tallón en el prólogo nos dice que “Si la vida de la escritora, remontándose hasta sus abuelos, alimentó las tramas de la novela, sus lecturas e influencias literarias le dieron forma, encima de todas ellas están Cervantes y el Quijote, cuya influencia siempre admitió. Basta evocar el arranque de Mentira y sortilegio, donde la narradora, Elisa, se nos presenta como una mujer encerrada en su casa, rodeada de novelas de aventuras y alejada de la realidad, dispuesta a narrar muy a su manera la historia de su familia.” Coincidente también con la obra cervantina, el motivo del regreso a casa, donde todo había empezado.

Ocultamientos

El título original de la novela, Menzogna e sortilegio -Premio Viareggio- hace hincapié en dos términos que se complementan. Por un lado, menzogna alude a la falsedad y al ocultamiento intencional de la verdad -vivido por Elsa Morante y trasladado a la ficción narrativa- por el otro, al sortilegio, la adivinación supersticiosa, y la idea de la víctima de encantamiento.

La voz narradora, Elisa, irá develando estos ocultamientos que son parte de la historia familiar, en efecto dice: “La mentira, ese mal venenoso, serpentea por las ramas de mi familia, tanto paterna como materna… en el fondo no dejan de considerar la mentira como un sucedáneo de la realidad.”

La novela se cierra con un poema de despedida, el “Canto para el gato Álvaro”, el gato que pide a Rosaria como obsequio cuando ésta, enternecida por su orfandad, le ofrece todo lo que pueda desear.

Señala Julia Kristeva, en su libro Historias de amor, que hay varias fuentes en los discursos amorosos de Occidente: delirio, relaciones de fuerza, sadomasoquismo, amor narcisista, centrado en sí mismo, atraído a Otro ideal y que se conjugan con el amor de la corriente bíblica, el amor heterosexual basado en la ética de la familia. Toda esta panoplia amorosa está presente en Mentira y sortilegio.

Historias desencontradas

Con especial fuerza se manifiestan los temas del amor- desamor materno, el amor- muerte, el amor- odio, y el amor quiasmo entre Edoardo, Anna, Francesco y Rosaria. Elisa, niña, busca construir un vínculo con ellos y mira con ojos azorados estas historias desencontradas de pasiones, posesiones destructoras, ocultamientos y mentiras.

El lector aparece siempre como interlocutor, destinatario y depositario del relato de Elisa. Al comienzo de la novela dice: “Ustedes van a conocer gracias a este libro a más de un personaje contagiado por el morbo de la imaginación...” y al final: “Ahora solo me falta despedirme de ustedes…” El lector asiste, en efecto, al desarrollo de historias de amores generosos y esquivos, construidos temblorosamente sobre la base de idealizaciones o rechazos, con estremecimientos, pasiones y contradicciones, y finalmente, con la muerte.

© LA GACETA

Elena Victoria Acevedo