El presente que se vive en Atlético no es casualidad, sino una causalidad de lo realizado en los 12 últimos años. Primero, porque se apostó a un proyecto serio que comenzó de la mano de Jorge Raúl Solari, allá por 2007. Luego se fue consolidando con el correr de los años para llegar a este momento que enorgullece no sólo al hincha “decano”, sino también a los amantes del fútbol más allá del color de la camiseta.

Uno de los jugadores que aportaron su granito de arena para construir esa sólida base futbolística, que con su sabiduría fue edificando el “Indio”, fue Sebastián Longo (37 años). El mendocino nacido en San Rafael quedó sorprendido en ese momento por el proyecto “decano” y dejó su tierra para encarar un nuevo desafío en su carrera. “Vengo por una temporada, tal vez dos”, pensó en ese año, y luego de dos breves interrupciones, decidió quedarse a vivir en Tucumán, donde la gente le reconoce el aporte que realizó para que Atlético comience a transitar los mejores años deportivos de su historia.


- ¿Cómo se produjo tu llegada al club?

- Estaba jugando en Luján de Cuyo, que en ese entonces estaba en el Argentino A, igual que Atlético. Me acuerdo de que Luis Blanco, que era el técnico que tenía en mi anterior club, me recomendó. Días atrás había estado en Italia, por un mes, a préstamo en Cagliari. No me quedé porque no tenía pasaporte comunitario.


- ¿Qué te dejó aquella campaña que desembocó con el ascenso a la B Nacional?

- Fue lo mejor que me pasó en mi carrera futbolística, no sólo porque me ayudó a consolidarme como jugador, sino porque posibilitó que viviera las mayores emociones en esta profesión. En ese plantel había jugadores de otra categoría, en el que no era fácil ganarse un lugar entre los 11. Era un lujo tener dos enganches del nivel de “Capé” Sarría y Pablo Hernández. Todo se facilitaba jugando al lado de ellos.


- ¿Qué tenía ese plantel además de grandes futbolistas?

- Ese grupo se fue consolidando dentro y fuera de la cancha porque estaba compuesto por futbolistas con mucho profesionalismo. Todos sabíamos que si queríamos conseguir los objetivos, cada uno tenía que aportar lo suyo. Con eso, las cosas en la cancha se fueron facilitando, hasta llegar a esa final inolvidable contra Racing de Córdoba.

 

-¿Qué significó ese ascenso en lo personal?

-Lo mejor de mi carrera porque esa tarde en el Monumental viví la emoción más grande que me dio el fútbol. Esa consagración contra Racing fue la frutilla del postre de una excelente campaña que habíamos realizado en la etapa clasificatoria, en la que terminamos cómodamente en el primer lugar. Nunca merecimos sufrir tanto para ascender. La serie final frente a los cordobeses fue tremendamente complicada. Por suerte el penal de Lucas Ischuk entró y festejamos.


2018. Longo y su hija Francesca, en la ceremonia que lo consagró “Gran Decano”. la gaceta / foto de FRANCO VERA (archivo)

- Por la cercanía que tenés con el club, ¿algún día te gustaría cumplir alguna función específica dentro de él?

- Hace un tiempo me ofrecieron trabajar en las inferiores, pero por motivos personales no pude aceptar la propuesta. Pero hoy no descarto la chance de tener un nuevo ofrecimiento y colaborar para que Atlético siga creciendo. A quienes tuvimos la suerte de estar cerca del club en los últimos años nos llena de satisfacción comprobar que se posicionó cómo uno de los mejores del fútbol argentino.


-¿Hoy cuáles son tus ocupaciones?

- Junto con Lucas (Ischuk) y con Diego Barrado tenemos en sociedad un complejo en la zona de la avenida Perón. Allí contamos con varias canchas de fútbol 5. Además, con Lucas también tenemos una escuelita de fútbol que esperamos poder reabrir en los próximos días, luego de que las autoridades de salud aprueben los protocolos que presentamos debido a la pandemia.

2020. Sebastián junto a Carolina e Isabella, de cuatro años.

Aunque sus raíces están todavía en Mendoza, “Seba” ya se considera un tucumano más. Con orgullo comenta que su hija mayor, Francesca, que hoy tiene 12 años y vive con su madre en San Rafael, nació en nuestra provincia. Él vive acá junto con su hija Isabella (4), que nació del matrimonio que formó con Carolina, una tucumana que le “robó” el corazón.