Los casos de dengue siguen bajando en Tucumán. En los últimos días hubo muy pocos contagios de la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Sin embargo, no todas son buenas noticias. Un análisis de lo que pasó en los casi 100 días de epidemia ha encendido la preocupación de los expertos: nuestra provincia fue una de las jurisdicciones con más fallecidos por la patología. Además, registró un importante número de casos de dengue grave.

¿Qué factores están incidiendo sobre la letalidad por dengue en 2020? Un estudio preliminar realizado a nivel nacional intenta resolver esta pregunta. Hasta ahora todo parece indicar que fue el contexto actual, la pandemia de coronavirus, lo que más influyó en esta situación. Alejandra Morales, bioquímica del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Doctor Julio Maiztegui, comentó que, según los trabajos que se realizaron, este año no está circulando una variante más patogénica del virus del dengue.

El dengue tiene cuatro serotipos: del DEN 1 al DEN 4. Al igual que en las epidemias anteriores, el serotipo de mayor circulación fue el DEN 1 (71% de los casos). El DEN 4 apareció en el 27% de los enfermos y el DEN 2, en el 2%.

Además, cada serotipo posee variantes, que son los genotipos. El DEN 1 tiene, por ejemplo, cinco variantes genéticas. Aquí tampoco hubo sorpresas, según Morales. Los análisis muestran que mayormente está circulando dentro del DEN 1 el genotipo 5, al igual que en los brotes de 2009 y 2016.

Los casos

Nunca en nuestro país hubo tantos muertos en una epidemia de dengue. En total hay 38 fallecidos, aunque 13 de estos casos se están investigando. Comprobados con análisis de laboratorio hay 25 muertos. Córdoba encabeza este triste ranking con cinco casos. Le sigue Tucumán, con cuatro (dos mujeres, de 43 y 46 años, y dos varones, de 42 y 71 años).

“El dengue no sabía de cuarentenas. Es muy probable que esta situación haya modificado el patrón epidemiológico de la enfermedad”, explica Morales, que también dirige el Centro Colaborador OPS/OMS en Fiebres Hemorrágicas Virales y Arbovirus. La experta, durante una exposición on line organizada por la Sociedad Argentina de Virología, planteó que la aparición de casos más graves y mortales hay que analizarla por el lado de la asistencia que recibieron los pacientes con la enfermedad que transmite el Aedes aegypti. “¿Qué pasó con la detección temprana de los signos de alarma de la patología? ¿Por qué muchos enfermos llegaron tarde a la atención, con cuadros avanzados?, se preguntó.

Su hipótesis es que la covid-19 puso en riesgo la calidad de atención de los pacientes con dengue y potenció el aumento de la mortalidad por dengue en nuestro país. Para apoyar esta tesis muestra, además, un trabajo que realizó el año pasado, que permitió estratificar por departamento cuáles eran los que tenían mayor riesgo de que aparecieran casos de dengue grave. Y no coincidió con lo ocurrido en la realidad este año. Según ese relevamiento, 13 jurisdicciones (ubicadas en Chaco, Formosa, Misiones y Salta) corrían más peligro ya que, entre otros factores, presentaban una mayor incidencia de la enfermedad acumulada en la población. En los hechos, las provincias más afectadas con casos graves y fatales resultaron ser Córdoba, Buenos Aires, Tucumán, Santa Fe, Salta y La Rioja.

Más investigación

El dengue volvió y lo hizo con mucha más fuerza. Eso nos obliga a investigar más la enfermedad, sostiene Luis Adrián Díaz, investigador del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnólogicas.

“Son varios los factores que pueden influir en el desarrollo de un dengue grave e incluyen la virulencia particular de cada cepa viral, genotipo o serotipo circulante. Por lo general se cree que el DEN 2 suele estar más asociado con casos graves de dengue. Pero en Argentina este serotipo ha circulado muy poco. La edad, la genética y las condiciones pre-existentes de los pacientes también influyen en la evolución hacia formas graves de la infección. No existen estudios científicos sobre la caracterización epidemiológica del dengue en Argentina. Por ello, es muy difícil poder saber cómo evoluciona el virus y la enfermedad en el país”, explica el experto.

La patología, por ahora, no tiene vacunas efectivas ni un tratamiento antiviral. O sea que prevenir la mortalidad depende exclusivamente de que sea tratada a tiempo y adelantarse a los signos de alarma (vómitos, dolor abdominal, sangrado, entre otros). “El problema de esta enfermedad, por el cual no podemos encontrar antivirales, es que no existe un modelo animal que sirva para estudiar los distintos aspectos de la infección. Por ejemplo, los ratones de laboratorio tienen que ser humanizados, incorporándoles genes humanos, para que el virus los infecte y se pueda estudiar el proceso de patogénesis. Respecto a los monos, se pueden utilizar en pruebas de vacunas porque desarrollan una buena respuesta inmune pero no se pueden usar en estudios de patogénesis porque el virus no los enferma”, explicó.