- Un baluarte de la cultura

El 1 de junio se cumplió un aniversario de la creación del Centro Cultural Alberto Rougés. Es propicia la oportunidad para el recordatorio de su creador, el Dr. Jorge Luis Rougés, quien fue un baluarte de la cultura en Tucumán. Nos conocimos en la época en que era director de la biblioteca de la UNT y el que esto escribe era estudiante de Derecho. Desde entonces me honró con su amistad, en épocas de comunión diaria, hasta sus últimos días. De carácter afable y dicharachero, nunca le conocí un día malo; de fuertes convicciones democráticas; de diálogo abierto, siempre dispuesto a escuchar. Con él transitamos hermosas e intensas vivencias del Instituto de Artes de la UNT, con sus grandes artistas, cuya lista sería largo de enumerar. Pero podemos afirmar que “Tucumán era una fiesta”. Nos unió también nuestra profesión de abogados. Conocí de cerca su encomiable lucha administrativa y judicial para mantener a la Fundación Miguel Lillo como ente autónomo jurídico, como instrumento fundamental para preservar el legado del sabio y su voluntad de que sea administrada por sus congéneres y amigos en forma vitalicia, para mantener y proseguir sus descubrimientos y logros científicos. Participábamos en todos los congresos, reuniones o seminarios de Derecho Constitucional. Fue secretario Académico del curso sobre Derecho Procesal Constitucional durante seis años que dirigimos junto al Dr. Marcelo Bourguignon, curso para abogados y jueces en que desfilaron prominentes juristas nacionales e internacionales. Fue Rougés un digno heredero de la Generación del Centenario, integrada, entre otros, por Juan B. Terán, Ernesto Padilla, López Mañán, Miguel Lillo, Julio Prebisch, y su mismo padre, el filósofo Alberto Rougés. La creación del Centro Cultural, de cuya vida y vigencia se ha cumplido un nuevo aniversario, fue concebida para alentar la creación literaria, pictórica, historiográfica y toda manifestación artística, con una nutrida y valiosa biblioteca, abierta a todos los interesados. Fue su director hasta su muerte. Con Jorge Luis Rougés desapareció el último descendiente de aquella generación que le dio a Tucumán y a la región la más luminosa muestra de vocación de servicio para la comunidad, tanto en el aspecto universitario como político, haciendo culto del bien público y social, con espíritu innovador y honradez intelectual y personal. Jorge Luis encarnó el último eco de los hombres que hicieron grande y respetable a Tucumán. Como toda obra perdurable por su verdad intrínseca, profesoras como Florencia Aráoz de Isa, Elena Perilli de Colombres Garmendia, Maria Lilia Peña, entre otros fieles defensores de un legado cultural que mantienen viva la llama del espíritu creativo, que animó a su creador y que hoy, en estos tiempos procelosos y duros que vivimos, agrandan la figura de Jorge Luis Rougés y el merecido reconocimiento de la ciencia, el arte y la cultura; y personalmente, un vínculo de amistad irremplazable.

Benito Carlos Garzón

EstudioGarzonyAsoc@hotmail.com


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