La preocupación central en Los Vázquez es conseguir plata para comer y pagar servicios. Las vecinas y los vecinos, sin embargo, conformaron un comité barrial de emergencia para que las dos epidemias, dengue y coronavirus, golpeen lo menos posible a la barriada. La necesidad de reunirse convocó a la Mesa de Gestión del barrio del sureste de la capital por primera vez en el año: participaron trabajadores de la Salud de la Posta Sanitaria en representación del Siprosa, referentes de merenderos, cocinas comunitarias, representantes de la Iglesia, trabajadores del Ministerio de Desarrollo Social provincial, de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y de la fundación Manos Abiertas.

¿Qué se acordó? Realizarán jornadas de capacitación y educación en todas las casas del barrio sobre dengue para avanzar luego con una campaña de descacharreo integral, limpieza y fumigación domiciliaria. Coincidieron que explicar es fundamental para que la gente que junta agua en tachos, porque no tiene agua potable en la vivienda, sepa cómo mantenerlos para evitar criaderos de mosquitos; que comprendan que la chatarra que juntan para vender y subsistir debe ser descartada o tapada para no acumular agua de lluvia; y cómo higienizar chiqueros de cerdos y comedores de gallinas y caballos. En una segunda etapa, acordaron campañas de información sobre prevención del coronavirus y trabajar otros problemas del barrio: como no hay cloacas, casi todos tienen los pozos sépticos a punto de rebalsar.

En Los Vázquez se enteraron de la experiencia del comité barrial de emergencia de La Costanera y del pueblo Santa Ana, lo que los animó a reunirse.

Belén Correa Zanetta, médica clínica de la policlínica Delia Fernández Palma (Chacabuco al 3.200), participó porque está comprometida con el barrio: antes de la creación de la posta sanitaria del barrio atendía a muchos vecinos de Los Vázquez. “En la manzana del CAPS todos están infectados y en la zona hubo muchos casos. En el área del servicio tuvimos dos muertes por dengue. Es importante informar y que las personas comprendan qué hacer ante cada síntoma. Si una persona tiene fiebre y le sale sangre en la nariz debe saber a dónde acudir y qué hacer. Si hace décadas se pudo trabajar contra el paludismo y el chagas, podemos volver a penetrar en la conciencia de la gente articulando salud, educación y concientización. Atendimos 20 casos de dengue por tarde entre los barrios Alejandro Heredia, Villa Angelina y Crucero General Belgrano. Yo tuve dengue, me picó el mosquito mientras atendía, es espantoso. Por eso es fundamental trabajar juntos en esta emergencia”, comentó Correa Zanetta.

Norma Torossi, subsecretaria de Cultura y Deporte del municipio, participó de la reunión en representación de la Capital porque ya trabajó en distintas actividades en el barrio. “Vivo en Villa Amalia y ahí llegamos a tener hasta 60 casos por manzana. Estamos entre la pandemia y la epidemia, entre el dengue y el coronavirus. Sobre el dengue, lo fundamental es que las personas cambien las prácticas económicas y domésticas, que sepan que tener cacharros al descubierto y chatarra, aunque vivan de eso por la venta de metales, no debe generar criaderos de mosquitos”, contó Torossi, que comprometió la tarea de todos los sectores del municipio. “Los positivo es que el barrio está organizado, los vecinos avanzan, eso facilita el trabajo. Lo hicieron cuando se saneó y tapó esa famosa laguna. La Municipalidad acompañará este proceso. Esto es como un ‘mini COE provincial’. Se puede trabajar en el descacharreo por cuadra, porque llegamos a sacar hasta siete camiones con chatarra por cuadra”, comentó.

El personal de la Posta Sanitaria destacó la tarea positiva de las acciones de la Mesa de Gestión. Informaron que en el barrio viven alrededor de 700 personas, incluyendo al asentamiento más reciente, el ARA San Juan.

Los vecinos, entusiasmados, plantearon otros problemas que tienen en el barrio: la falta de recolección de residuos, por lo que muchos deben quemar o tirar la basura en una zanja sobre la autopista de Circunvalación; la falta de cloacas; la crisis alimentaria y hasta situaciones de maltrato cuando asisten a centros de salud. Otro pedido es para fabricar repelentes caseros, porque si no les alcanza para comer no pueden gastar $ 250 en un repelente en aerosol. Trabajadores de ATE presentes en la reunión se comprometieron a confeccionarlos en un taller.

Preocupación

Lidia Montesino es una de las referentes de la Cocina Comunitaria La Fortaleza. “Queremos que se trate el dengue y que se dé información sobre el coronavirus. A mí me interesa mucho encontrar una solución para el problema de la basura, porque nosotras en la cocina comunitaria no sabemos qué hacer con la basura. Seria bueno que haya canastos de la municipalidad y que la gente sepa que se la puede juntar ahí a determinada hora, que pase el camión y se la lleve”, explicó la mujer, dándole la mano a sus hijitos. “En la cocina nunca dejamos de funcionar, aunque nos los propusieron. Aumentamos con mucho celo las medidas para evitar contagios. Ahora repartimos viandas para 110 familias. Tenemos ayuda de Desarrollo Social y cada familia pone de su bolsillo $ 30 para comprar verduras y carne. Aumentó mucho el hambre en el barrio porque no se puede trabajar en changas y no hay plata, nos preocupa mucho”, agregó Montesino.

Otro problema que planteó fue el del agua: “históricamente nos cortan el agua en verano y cada tanto cortamos la avenida para protestar, pero ahora también tenemos mala presión y cortes de servicio en mayo. Es preocupante porque sí o sí hay que lavarse las manos como medida de prevención del coronavirus. Además para cocinar es complejísimo poder funcionar cuando cortan el agua. Encima nos viene el triple de luz por la pandemia. Nos vienen boletas de más de $ 3.500. A muchos vecinos les cortan la luz y suelen tener electricidad de ‘prestado’, porque sin luz ni agua no se puede vivir”, agregó.

Cuando terminó la reunión, Susana Décima se guardó un suspiro cuando vio entrar al barrio una camioneta de Edet. Ella debe seis boletas. Falsa alarma: la camioneta tomó nota de un poste chueco y se fue. “Nos preocupa el dengue, el agua, la falta de cloacas, necesitamos camiones para descacharrear, no tenemos recolección de residuos y el tema es la luz. A muchas familias les cortaron la luz por falta de pago y eso que tienen chicos discapacitados. Muchos se han colgado porque no pueden estar así. Debo seis boletas, se hizo una deuda mas o menos. Todavía no me cortaron la luz pero tengo miedo que me vengan a cortar, cada boleta me llega de $ 5.000 o $ 6.000, debo andar arriba de $ 20.000 de deuda. Pero no se puede pagar porque no alcanza para comer”, comentó Décima. Y agregó: “volvió la gente a cirujear muchísimo y a buscar de comer entre la basura. Muchísma gente aumentó en el comedor del barrio, en la cocina comunitaria y muchos niños al merendero que hacemos con el grupo ‘Con Esperanza nos Fortalecemos’, en el que nos recuperamos de las adicciones. Antes dábamos merienda para 65 niños y ahora estamos en 150. Me preocupa si hay coronavirus porque acá, hay casas sin agua, en la que viven cuatro o cinco familias juntas. Preocupa mucho, no queremos que pase como en los barrios pobres de Buenos Aires”.