Cambiar. Sin dudas, una de las palabras del momento. De las 14 acepciones que tiene, hay varias que pueden adaptarse perfectamente a lo que nos está ocurriendo como sociedad y su potencial derivación futura. Que no es en sí, hasta que ocurre, más que una mezcla de anhelo, de ansias, de inconsciente colectivo, de un compromiso a asumir ante un panorama de pandemia.
Como verbo transitivo (es decir, que se construye con un complemento directo), uno de los significados que da de cambiar el diccionario de la Real Academia Española es “dejar una cosa o situación para tomar otra”, refiriéndose a nombre, lugar, destino, oficio, vestido, opinión, gusto o costumbre. Otra es “convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria”, y da ejemplos: cambiar la pena en gozo, el odio en amor, la risa en llanto. En su carácter intransitivo (sin complemento directo), hace referencia a lo dicho de una persona: “mudar o alterar su condición o apariencia física o moral”, en el sentido de que fulano o mengano ha cambiado mucho. También se entiende como una palabra que indica modificación de la apariencia, la condición o el comportamiento.
A estas acepciones es a las que hay que ponerles atención. Acicateada por el aislamiento a causa del coronavirus, la humanidad busca salidas a la crisis. Y habla de cambiar. Pero como en toda propuesta amplia y compleja, los modos, las herramientas, la actitud, la voluntad, los tiempos, resultan decisivos.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió que la crisis del coronavirus es el mayor desafío que enfrenta el mundo desde la II Guerra Mundial y que se deben cambiar cosas para que se recupere. “Esto amenaza a la salud de las personas de todos los países. Y además traerá una recesión que probablemente no tenga paralelismos en el pasado reciente”. Acerca del impacto económico, aseguró que traerá una mayor inestabilidad, un mayor descontento y más conflictos. Y pidió una respuesta global mucho más fuerte y efectiva contra la pandemia y la devastación socioeconómica que está causando.
¿Es posible el cambio? ¿Estamos preparados para ello? Hay que acudir a la prensa seria y responsable para comprobar que hay indicios de lo cerca que estamos en ciertos aspectos, y de lo lejos que parecemos estar en otros. Se ha visto un juego político, económico y social por doquier que no es más que una continuidad de lo imperante antes de la pandemia. Lo marcan a fuego las peleas, los distanciamientos, las grietas, la usura, las decisiones desacertadas, el sálvese quien pueda, que lejos de la creencia de que se trata de un mal enquistado en la sociedad argentina, en realidad es algo muy arraigado en gran parte del mundo.
Cambiar debe estar acompañado por otra visión en nuestra manera de vivir en comunidad. Necesitamos modificar el trato que les dispensamos a nuestros semejantes. Erradicar el individualismo, o peor, el egoísmo. Entender y comprender de una vez por todas el mundo natural que nos rodea, entendido como el hogar de todos.
Evolucionar, innovar, renovar, diversificar, modificar, reformar, convertir, transformar, transmutar, alterar, variar, mudar. Eso es cambiar. Vale la pena reflexionar en ello. Cuando entendamos que en esta crisis sanitaria debemos estar unidos por estar en juego la humanidad, cambiar será quizás el mayor logro de todos los tiempos.