MUY BUENA

SERIE / POR NETFLIX

Marty Byrde (Jason Bateman) está secuestrado por Omar Navarro, jefe del cartel para el que lava dinero desde el comienzo de la serie. ¿Qué querés?, le pregunta Navarro una y otra vez. Ante cada respuesta equivocada a Marty le toca una paliza. Finalmente, cuando las cortinas se descorren, Navarro llama por teléfono a Wendy (Laura Linney), la esposa angustiada por la suerte de su esposo, y le espeta: “¿sabés qué quiere Marty? Quiere todo”.

Si en las dos primeras temporadas el objetivo de la familia Byrde era encontrar una ruta de salida para el infierno en el que se habían metido, en esta tercera parte la ecuación cambia. La ambición de Wendy lleva las cosas al extremo. Lo que antes era una sombra (Navarro), ahora es de carne y hueso (interpretado por Félix Solis). Si antes los Byrde pretendían huir millonarios y con los daños controlados, ahora lucen en el centro de la lucha por el poder.

“Esta no es de esas series de 12 temporadas; el final está cerca”, sostuvo Bateman, que a los créditos de productor ejecutivo le suma la dirección de algunos de los 10 capítulos. “Ozark” no sólo mantiene su magnetismo y deja con ganas de más: va corriendo los límites en su juego inagotable de cajas chinas. Siempre habrá lugar para otra traición, para otro crimen, para encontrar los insterticios que el sistema les deja servidos a los mafiosos y a los narcotraficantes.

A la tensión dramática de “Ozark” nunca la afectó el despliegue de arcos argumentales. En esta temporada se suman el hermano de Wendy, Ben (Tom Pelphrey); una agente del FBI (Jessica Duke) que representa un desafío para Marty; y acrecienta su protagonismo la implacable Helen Price (Janet McTeer). De todos modos, los spots siguen enfocados en esas dos mujeres empoderadas y terribles que son Ruth Langmore (Julie Garner) y Darlene Snell (Lisa Emery).

Es una gran temporada de “Ozark”, a no dudarlo, y el final -evitemos los spoilers- va a dejar a todos con miles de preguntas.