Serie / por Apple TV+
Muy buena
La receta se conformaría con abundantes dosis de “Community” y de “Silicon Valley”, condimentadas por esa joya de la televisión británica que fue “IT Crowd”, más alguna pizca de “The big bang theory”. De la licuadora surge este viaje desopilante al hueso de la industria de los videojuegos, con forma de sitcom y una galería de personajes capaces de exprimir la sátira sin llegar a secarla.
“Mythic Quest: Raven’s Banquet” es el (imaginario) juego en línea más famoso del mundo. La cuestión es que quienes lo generan, producen y mantienen conforman una troupe bizarra y disfuncional, una colección de egos en pugna capaces de todo con tal de imponer sus puntos de vista. La serie retrata el día a día en ese laboratorio 2.0 cargado de celos, desconfianzas y zancadillas propios de cualquier oficina a la antigua.
El show representa otro activo para el creciente y atractivo catálogo de la plataforma de Apple TV+, en la que brillan “The Morning Show” (el regreso de Jennifer Aniston a la televisión), la inquietante “Servant” (de M. Night Shyamalan), la distópica “See” (con Jason Momoa), la ciencia ficción de “For all mankind” y el policial “Truth be told”. La semana pasada encontró su lugar la fantasía, con el reboot de “Amazing stories” (producida por Steven Spielberg). “Mythic Quest” viene a ocupar el espacio del humor.
Rob McElhenney (creador del show junto a Charlie Day y Megan Ganz) es Ian, es el vanidoso director creativo de la compañía, un pelmazo autorreferencial siempre de punta con Poppy (Charlotte Nicdao), la jefa de ingenieros, nerd modélica que coquetea con pasarse a la competencia. David (David Hornsby) es un director ejecutivo cuyas funciones no están del todo claras y Brad (Danny Pudi) se encarga de los números. El gran F. Murray Abraham encarna a C.W. Longbottom, el escritor abrazado a la gloria pasada -siempre con su premio Nebula a mano- que se encarga del desarrollar el guión del juego. Todos son un poco patéticos y un poco queribles, conscientes de que navegan por épocas tan volátiles como un youtuber preadolescente de cuyas opiniones puede depender el éxito o el fracaso.
“Mythic Quest” sabe reírse de la industria y de quienes la integran, pero también se da lugar para la reflexión, mezclada con la nostalgia y el gustito agridulce de la historia contemporánea. El capítulo 5 (titulado “A Dark Quiet Death”) es una joya en ese sentido.