Una de las virtudes del arte es su capacidad para hacernos viajar en la imaginación a otros horizontes, soñar, despertar todos los sentidos, reflexionar, escudriñarnos por dentro. Este lenguaje unido a la investigación periodística seria puede echar luz sobre casos que han conmovido a la opinión pública de un país, cuya resolución se desconoce aún por fallas en la pesquisa o porque las causas están empantanadas en el ámbito de la Justicia.

El 18 de enero de 2015, el fiscal Alberto Nisman apareció muerto en el baño de su departamento de Puerto Madero, en Buenos Aires, pocas horas antes de tener declarar en el Congreso acerca de su acusación a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a altos funcionarios de su gestión por haber intentado encubrir el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de 1994, a través de un “pacto con Irán”. La explosión había provocado 85 muertos y cientos de heridos de diversa consideración.

La plataforma Netflix estrenó el primer día de 2020 “El fiscal, la presidenta y el espía”, serie documental que aborda el caso del fiscal Nisman, con dirección del británico Justin Webster. En el trabajo de seis capítulos de una hora de duración cada uno, se incluyen testimonios de la fiscal Viviana Fein, del ex responsable de Inteligencia, Oscar Parrilli, de la ex esposa de Nisman, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, el ex espía Jaime Stiuso, el ex canciller Héctor Timerman, entre otros, con el soporte de imágenes de archivo. La investigación le llevó cuatro años de trabajo a Webster.

“No todos estarán de acuerdo con algunas hipótesis. Esperamos que la serie contribuya a traer algo de claridad e incluso llegue a esclarecer partes importantes de esta trágica y compleja historia. En realidad queda mucho por saber, solo se ve la punta del iceberg”, dijo el director y periodista.

De la exposición de los testimonios ha surgido, por ejemplo, un cambio de opinión sobre el trágico suceso de Alberto Fernández, actual presidente de los argentinos, quien reporteado en 2017, había sostenido: “Hasta el día de hoy, dudo que se haya suicidado”. Luego del estreno de la miniserie, entrevistado por el diario Clarín, dijo: “hoy las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar que fue un asesinato”. El Presidente señaló que “lo único que contradice” esas pruebas que dan a entender que se trató de un asesinato, “fue una pericia de Gendarmería que parece carecer de todo rigor científico”. La actual ministra de Seguridad dijo que era necesario revisar el peritaje de la Gendarmería en el departamento de Nisman.

Si bien la miniserie no llega al esclarecimiento del caso, muestra contradicciones o fallas en la investigación, a partir de los mismos testimonios y deja varios interrogantes sin responder. Se trata de una mirada desde afuera, que no está comprometida con las partes involucradas, y ello permite un abordaje más objetivo del controvertido asunto, que se halla sin resolver a un lustro de ocurrido, generando una vez más esa sensación de impunidad y de una Justicia morosa y vacilante, que termina convirtiéndose en injusta cuando no llega a la verdad. Cuando hay sectores de poder involucrados en un hecho, el recurso más practicado es tirar la tierra bajo la alfombra. En buena hora que una manifestación del arte unida a la investigación periodística sirva para reimpulsar la búsqueda de la verdad, por el bien de la democracia argentina.