Durante décadas las luces de las marquesinas alumbraron el microcentro. Había cines frente a la plaza Independencia, en 9 de Julio primera cuadra, en 25 de Mayo al 200 (¡nada menos que tres salas!), en 24 de Septiembre al 500 y al 600. Los nombres se acumulan en la memoria: Plaza, Candilejas, Rex, 25 de Mayo, Metro, Splendid (después Parravicini), Majestic... Hasta podría sumarse al Casablanca, de Crisóstomo Álvarez al 400. La tradición marcaba que después de la película venían la cena y el café. Definitivamente, el microcentro tenía otra vida cuando caía el sol. La apertura de un nueva sede de la cadena Atlas, justamente en esa zona que había quedado huérfana de películas, apunta a recuperar hábitos de aquellos cinéfilos empedernidos e invita a las nuevas generaciones a transitar geografías que no les resultan habituales.

Roberto Abdenur oficia de anfitrión en el flamante complejo que le está cambiando la cara a la cuadra de 24 de Septiembre al 700. Mañana empezarán a funcionar a pleno las dos salas que inauguró Atlas durante el fin de semana con pases especiales para la prensa (el viernes) y para un grupo de invitados (el sábado). También comienza a atender un café, sobre la vereda, mientras que en la siguiente etapa se sumarán una cadena de hamburgueserías (posiblemente Burger King), la pizzería Jimmy Willy, la heladería Blue Bell y un megagimnasio.

“Son dos salas dotadas de la máxima comodidad -apunta Abdenur, propietario de Atlas-. Cada una tiene 132 butacas, pantalla de 8 metros, sonido Dolby 7.1. Vamos a hacer la prueba de vender las entradas numeradas, con ubicación, como en Buenos Aires. Acá no está esa costumbre, veremos cómo funciona”.

PREPARADOS. Abdenur destaca que cine y streaming pueden convivir.

A partir de esta inversión, contando las del tradicional complejo de la calle Monteagudo (tres), las de la Terminal de Ómnibus (dos) y la de Termas de Río Hondo, Atlas ya suma ocho salas. ¿Por qué seguir apostando por el cine en una época en la que Netflix y el streaming parecen ser imbatibles? “La clave está en creer en el producto que uno vende, en mejorar, en actualizarse -sostiene Abdenur-. Y sobre todo, en la dedicación. Para eso hay que brindar la mejor proyección, el mejor sonido. Dicen que las películas se venden solas y creo que ese es un concepto erróneo. Es una conjunción: quiero ver la película que me gusta, sí, pero en el mejor lugar y con la máxima comodidad”.

Las nuevas salas cuentan con tecnología de punta y una novedad: ya no existe la histórica cabina de proyección. Ahora los equipos se manejan a distancia por un software. “Cinema paradiso” es, más que nunca, un retazo de nostalgia. “Otro de los objetivos -destaca Abdenur- es programar películas que por lo general no llegan al circuito comercial tucumano. Pasarlas en días y en horarios especiales. Creo que así vamos a recuperar y a crear públicos para un cine de calidad”.