¿Por qué a mí? La pregunta aparece casi siempre ante una situación dolorosa.

En sus 47 años, María Alejandra Acosta se lo podría haber preguntado varias veces. Perdió a su papá justo antes de nacer. Fue un Día del Padre, en un accidente. A su mamá la despidió para siempre cuando era apenas una niña de 12 años. Era un día de la Madre. En 2006 estaba muy enamorada y decidió casarse creyendo que sería para toda la vida. Pero el matrimonio se terminó a los dos meses.

Con el paso del tiempo, Alejandra aprendió que la pregunta correcta en esos momentos desgarradores es, en realidad, ¿Para qué? Estudió enfermería y desde hace un tiempo pasa sus días con pacientes oncológicos, muchos de ellos terminales. Y ella siempre va por la vida con una sonrisa. Está convencida de que es posible encontrar una segunda oportunidad después del dolor. De hecho, ella volvió a creer en el amor y se casó otra vez.

Luciana Casmuz también piensa que es posible ser feliz y apostar a la vida luego de un hecho que parece partirte en mil pedazos. Lo sufrió en carne propia hace cinco años, cuando protagonizó un accidente en el que murieron sus dos pequeños hijos y ella sufrió heridas de gravedad. “Cuando me dieron el alta del sanatorio toqué fondo. No tenía una visión de futuro. Creí que todo se había terminado. Ya no me imaginaba cómo vivir”, relata.

“Pero, de repente, sentí que una fuerza interna salió a la luz con mucho más poder del que yo creía que tenía. No lo puedo explicar con palabras; sentía mucha energía”, resalta Luciana, de 37 años. Poco después del choque quedó embarazada y tuvo un bebé. Se refugió en el reiki y yoga. Transformó todo el dolor que sufrió en un espacio para ayudar a las personas que estaban pasando por situaciones difíciles.

Resiliencia

Alejandra y Luciana lo lograron. ¿Eso significa que se siempre es posible encontrar una segunda oportunidad después del dolor? ¿Qué herramientas usan las personas que lo consiguen? ¿Por qué hay gente que parece más preparada que otra para sobreponerse a situaciones trágicas?

La licenciada Paola Brito, de la Comisión de Emergencias y Catástrofes del colegio de Psicólogos, responde a las preguntas en base al concepto de resiliencia, que es la capacidad de los seres humanos para adaptarse a las situaciones adversas y salir fortalecidos.

“Si bien primero se consideraba una capacidad innata de todas las personas, luego se fue viendo que no era tan así, que depende de factores individuales, familiares, comunitarios y culturales”, explica la profesional.

No todos tienen resiliencia siempre. Y algunos tienen más que otros. Entonces, cuáles son los recursos fundamentales que debemos desarrollar para estar preparados. Brito enumera las características de los seres más resilientes: tienen mayor equilibrio emocional, entienden que no todas las cosas se pueden manejar en este mundo (lo contrario a los controladores), pueden identificar con claridad la situación crítica que enfrentan y son creativos. Allí, donde otros ven mucha confusión ellos ven claridad. “Cuando se rompe un jarrón no intentarán pegar todas las partes para tener de nuevo esa pieza sino que crearán otro objeto con todos los pedazos rotos”, grafica.

Son seres que tienen en claro sus metas (alcanzables) y confían en sus capacidades. También reconocen cuando tienen que pedir ayuda. Ven las crisis como una oportunidad para generar una transformación y son muy flexibles a los cambios.

Las personas que logran transformar el dolor en aprendizaje crean una ONG o exigen nuevas leyes para que otras personas no sufran lo mismo que ellos, explica Brito. “Son luchadores, pero no luchan contra molinos de viento. Aprovechan el sentido del viendo y fluyen en esa dirección”, explica la psicóloga, y propone que este tipo de habilidades se enseñen a los niños desde la escuela primaria como ya lo están haciendo varios países.

Brito cree que sí es posible encontrar una segunda oportunidad. “Primero se deben atravesar cada una de las etapas del duelo para que ese sufrimiento no se convierta en algo patológico. Habrá que entender que ya no estará más una persona o algo determinado. Pasaremos por el enojo, la resignación y la aceptación. Lo veo mucho en el consultorio. Cuando alguien empieza a rearmarse y retoma un proyecto de vida, es muy esperanzador. Saben que ya nada será igual. Pero hasta en las más terribles historias aparece una nueva chance para seguir adelante”, remata.

La clave

“Vivimos una cultura que niega el sufrimiento. Hacemos de todo para evitarlo y nos olvidamos que el dolor nos hace más humanos y y nos enseña muchísimo. Veo a diario que las enfermedades crueles dan la posibilidad a las personas de ver la vida desde otro lugar; a valorar más que están vivas y lo que tienen”, cuenta Alejandra Acosta.

De acuerdo a su experiencia, hay cuatro herramientas fundamentales para hallar una nueva oportunidad y volver a alcanzar la felicidad después del dolor:

1- La aceptación. “Aceptar las cosas como tienen que ser aunque sean diferentes a lo que yo quiero y pienso. Muchas veces nos aferramos tanto a algo que el miedo a perderlo nos lastima”.

2- El perdón. “Es una de las herramientas más perfectas para ayudar a sanar heridas. Si yo perdono suelto lo que me está hiriendo”.

3- El sentido del humor. “Hay que aprender a desarrollar el humor como un sentido más, reír ante los sufrimientos nos fortalece el cuerpo y la mente, liberamos hormonas de la felicidad y recuperamos las ganas de hacer cosas. Entonces, entendemos que vivir vale la pena”.

4 - La fe. “Es un valor muy importante, sin necesidad de que sea algo religioso. Se puede creer en Dios, en uno mismo o en otras personas. Se trata de tener fe, confiar en algo o alguien”.

Luciana, por ejemplo, siente que la fe le devolvió las ganas de vivir. También haberse rodeado de personas positivas y sentirse útil. Haber ayudado a otra gente en sus tragedias cotidianas. “He vuelto a surgir desde la oración. Me logré reconectar con mi interior, sin apegos a las cosas materiales y sin egos. Llega un momento de la vida en que tenés todo pero en realidad te das cuenta que no tenés nada”, resume la mamá que aprendió a perdonar, que volvió a soñar y a creer que vale la pena esta vida con sus dos ángeles en el cielo.

Consejos: ¿qué debés esperar en el duelo?

La evolución del duelo es impredecible. Las reacciones ante los aniversarios algunas veces pueden durar días o mucho más tiempo. Estas reacciones pueden incluir ira, ansiedad, llanto, depresión, fatiga o falta de energía, culpa, soledad, dolor, tristeza  y problemas para dormir. Según los terapeutas hay que permitirse sentir una variedad de emociones. Está bien estar triste y tener una sensación de pérdida, pero también permítete sentir alegría y felicidad. Si con el tiempo el duelo empeora en lugar de mejorar o interfiere en la capacidad de una persona de desenvolverte en la vida diaria, es momento de consultar  con un especialista.