Por Juan María Segura, experto en Innovación y Gestión Edicativa.

Si bien los primeros centennials ya están dando sus primeros pasos en el sistema universitario, el gran impacto de esta generación (también llamada Z) aún no está del todo plasmado en el ingreso a las universidades, lo cual permite suponer equivocadamente a algunos que las universidades, así como están diseñadas, aún resultan atractivas para los Z. Sin embargo, cuando uno ve la forma en la cual los Z comienzan a organizarse para producir, participar en política, compartir contenido, alentar movimientos y resolver problemas, todo hace suponer que darán la espalda al sistema educativo actual (de hecho, datos recientes indican que en Colombia ya se verifican mermas en la matriculación universitaria del 40 %), de la misma manera que no adhieren a los sistemas de representación política vigentes, mostrando bajísima participación en procesos electorales.

Así como el pez no sabe lo que es el agua, pero vive en ella, de la misma manera se podría describir a la generación Z en su vínculo con la tecnología. Ellos no saben que existió (y que podría volver a existir) un momento de la historia donde no existían esas tecnologías que enlazan a todos con todos y todo, todo el tiempo. Y no saben que eso era hasta hace relativamente poco tiempo, en términos históricos. Los Z viven conectados no por decisión, sino porque así es su mundo: en red, en vivo, en beta, en debate, en producción, en experimentación. Para ellos la tecnología no es un elemento, ni un conjunto de equipos y plataformas, sino una matriz, y esta es inescindible de su condición de ciudadanos de este mundo.

Dentro de este mundo-matriz, adoptar y adaptarse son dos acciones que se viven con naturalidad y sin estrés entre los Z. Adoptar nuevos aparatos tecnológicos, nuevas plataformas de interacción, nuevos mecanismos de producción de contenido, para el propósito que sea, es un acto cotidiano y natural. Pasar la información de un aparato a la nube, arrobar una actividad y vivir su viralización mientras se va desarrollando, y ocuparse de manera colaborativa de problemas educativos, sociales o amorosos es parte de sus rutinas.

Naturalizada la acción de adoptar (tecnologías, afectos, mascotas, gustos musicales o hobbies), la adaptabilidad aparece como un gen inherente a su ADN. Se adaptan y acomodan con facilidad a los cambios cotidianos que les facilita su vínculo con la tecnología. Así como desplazan a Facebook (solo el 9 % de los Z la utilizan) y Twitter para pasar más tiempo en Instagram, Snapchat y YouTube (90 % de los usuarios son Z y acceden diariamente), pueden hacer lo mismo con otras tecnologías, plataformas y usos sociales y colaborativos que se creen en el corto plazo. A diferencia de los millennials, dialogan principalmente a través de su smartphone (92 % posee uno). Pasan conectados en promedio unas siete horas por día y el 72 % espera crear su propio emprendimiento para un mundo intensivo en tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs).

Nuevos lenguajes

El vínculo de los Z con la tecnología también se da desde un dominio novedoso del lenguaje computacional, creado en los 70, y el del chat, creado al principio del siglo XXI. Estos son el quinto y sexto lenguaje creados por el ser humano, de acuerdo con un trabajo del investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) Robert Logan, y son posteriores a la masificación de los sistemas educativos escolares y universitarios. Por lo tanto, son lenguajes hablados con versatilidad y fluidez solo por las generaciones de los nativos digitales, principalmente los Z, mientras hacen y deshacen en un mundo en red.

El lenguaje no solo nos comunica e informa, sino que, principalmente, nos pone en diálogo con el entorno de problemas, conflictos, convenciones, herencias, desafíos y oportunidades. Los dos lenguajes señalados, y los cuatro anteriores (oral, escrito, matemático y científico), han permitido dar forma y transformar el pensamiento del hombre. El lenguaje (no el idioma) habilita la conceptualización, la abstracción y la reflexión, y lo hace de una manera particular, dependiendo de la combinación de lenguajes que finalmente se utilicen. Los Z son usuarios intensivos del lenguaje computacional (que recién está ingresando al proceso de escolarización en forma de programación) y del chat, así que sus formas de crear significados están altamente formateadas por el entorno de herramientas que utilizan y de espacios en donde interactúan. Alfabetizarse en el dominio de estos dos lenguajes también es un materia obligatoria para quienes desean diseñar espacios y servicios que capturen la atención de estos jóvenes.

(Este artículo continúa en la edición de mañana).