Los que ponderan su capacidad se dedicaron a elogiarlo el doble, porque destacan que además de un hábil armador político es un gran recaudador de fondos. Los que lo cuestionan le bajaron las acciones, porque argumentan que en la billetera radica la explicación del exuberante crecimiento suyo en el albertismo.

De una u otra forma, en todo el país volvió a hablarse de Juan Manzur y del Tucumán que aportó el 40% del dinero que se blanquea por ley ante la Justicia Electoral para la campaña del Frente de Todos. Las particularidades de quienes firmaron los cheques también dieron que hablar: aparecen desde empresarios aportando cifras millonarias hasta funcionarios diciendo presente. La cercanía de unos y otros con el Gobierno provincial en general y con el mandatario en particular hace suponer que no se trata de cuestiones casuales. Efectivamente, el mandatario medió en las solicitudes para que aparezca el dinero que le facilite a Alberto Fernández llegar a la Presidencia. En un informe que publicó el diario “La Nación” se consigna que la conducción del partido les solicitó a todos los gobernadores afines que gestionen recursos. ¿Habrá sido un tucumano el que susurró la idea? Posiblemente. De no ser así, al menos Manzur fue el mejor alumno y se esmeró tanto en la tarea que a sus funcionarios les habría impartido mucho más que una invitación a que pongan plata. Desde la oposición comarcana se dijo incluso que algunos de los aportantes -empresarios y funcionarios- habrían recibido ayuda oficial para poder concretar las donaciones.

Seguramente muchos de los que soltaron billetes para Fernández-Fernández no dimensionaron la repercusión de sus acciones. Son las consecuencias de un país acostumbrado a manejarse entre las sombras y a cuyo círculo rojo le molesta -y asombra- “el asunto” de la trasparencia, los registros abiertos y la publicidad de los actos -valga la redundancia- públicos.

De todos modos, en la era en la que nada dura más que lo que demora en desaparecer una historia de Instagram, en apenas días ya nadie recordará el episodio. Sí lo retendrán en sus memorias quienes recibieron el favor y quienes después se lo cobran.

En ese concierto de acciones que desencadenan consecuencias, la figura de Manzur en la escena nacional también despierta especulaciones menos públicas en ciertos círculos respecto de su poder en el posible futuro gobierno de Alberto Fernández. Ya casi no hay dudas que al menos en una primera etapa el propio Manzur no sería parte del Gabinete. El principal motivo es de conveniencias propias: el desgaste de -al menos- el primer año de la próxima gestión será tremendo, con incendios a apagar en casi todas las áreas. Al mandatario le conviene gozar de las mieles de su amigo en el sillón presidencial, que les permitan lucirse con una que otra obra de “para el bronce” y después pensar en pedir pista en la Capital Federal si aún tiene abono para echar en su aspiración presidencial. Seguro, con sus acciones, al menos ya compró terreno.

Descartado él mismo por ahora, se menciona que el tucumano podría sentar al menos un ministro y los porteños se entusiasman tirando o preguntando por cuanto nombre de estos lares pisa el puerto. Por varios motivos, el que suena con mayor fuerza es el de Pablo Yedlin, para ocupar el espacio que supo ostentar Manzur, el de ministro de Salud de la Nación. Por un lado, Yedlin conoce el área y la realidad de las provincias, porque charla con funcionarios del interior sobre problemáticas comunes casi desde que asumió como diputado nacional. Por otra parte, el gobernador tiene especial interés en el tema. Ocupó durante años ese puesto, en lugares que van desde La Matanza, pasando por Tucumán y hasta en la administración de Cristina Fernández. Su carrera sanitaria, de hecho, se basó en la gestión pública y viceversa. En ese andar conoció a los gremialistas y a los peronistas que hoy convoca y le responden con facilidad. También a empresarios, principalmente del sector de laboratorios e insumos médicos en general, que lo vienen apoyando en silencio. Manzur supo hacer favores que fue recogiendo convenientemente y seguramente ahora tiene otros que devolver. ¿Por qué cambiar lo que le permitió llegar a los primeros lugares de la escena política nacional?