Nada parecía indicar que Independiente y su gente se iban a retirar “golpeados” de su propia casa. Habían encontrado la llave del gol ante Lanús y abierto a su favor un partido que pintaba para servirle como punto de resurrección a un presente con lo tiene con demasiados altibajos. Y como tales, el resultado que pudo ser suyo casi se va a la bolsa de valores de la visita. Fue un 2-2 para el infarto.

Como en todo duelo cerrado al inicio, Independiente había hecho fácil lo difícil: romper el cero. Fue Silvio Romero el que lo consiguió, rubricando así que la “ley del ex” en el fútbol sí existe. A los 24 minutos del primer tiempo y gracias a una gran definición, el delantero marcaba el 1-0. Todo parecía indicar que la fiesta iba a ser del “Rojo”.

Más cuando apenas transcurridos 45 segundos del segundo tiempo Romero volvía a encontrarse con el gol (2-0) después de una gran asistencia de Pablo Pérez. Todo muy lindo en Avellaneda, hasta que el sueño comenzó a mutar en pesadilla.

Apenas 2 minutos después de la conquista local, Lautaro Valenti cambió por el descuento una jugada de pizarrón: tiro libre indirecto, pase atrás y remate del juvenil a ras del suelo. Hubo un pequeño desvío que confabuló a su favor, pero qué va. Gol y punto.

Independiente sintió el golpe en demasía. Empezó a jugar inquieto y lo terminó sufriendo con el 2-2 parcial, cinco minutos después del empate. El “Libertadores de América”, entonces, se transformó en una cámara de alta presión.

Sueltos, los hombres de Lanús apelaron a la contra y al juego corto y preciso. Así fueron abriéndose camino y chances de gol. La más clara llegó por intermedio de quien había conseguido la parda, José Sand

Implacable, “Pepe” intentó un remate bajo y cruzado que Martín campaña rozó con una mano. La suerte cayó del lado de Independiente, porque el disparo del goleador “Granate”, que tenía destino de 3-2, pegó en el palo derecho del arquero uruguayo y salió. Antes de la de “Pepe” hubo otra más, esta vez fue una salvada en la línea.

Los márgenes empiezan a achicarse en el equipo de Sebastián Beccacece, el DT del último subcampeón de la Superliga con Defensa y Justicia que en un grande como Independiente no alcanza a dar pie con bola. Al DT y al equipo les urge ganar. Nada más claro que eso.