Con sus flores rosas, amarillas y blancas en esta época del año los lapachos se convierten en una íntima canción para nuestros sentidos. Entonces, un aroma a azahares también invade las calles tucumanas y embelesado por esta dupla sentís que ya no podés pedir nada más.

Aunque estos árboles tiñen la urbe de magia tonal, detrás de tanta belleza opera la mano de la naturaleza y sus procesos vitales. “El florecimiento de los lapachos y sus variables está relacionado con el ciclo circadiano de las plantas y con los cambios de temperatura y de luz”, explica Inés Mercado investigadora del Instituto de Morfología Vegetal en el Área Botánica de la Fundación Miguel Lillo.

BELLEZA. Flores de un lapacho.

Al respecto, son varias las personas que sienten un sacudón en el calendario al presenciar estas postales en agosto. ¿Estamos ante un precoz florecimiento de la especie? “Están en horario. A veces, cuando hay eventos de viento zonda y por ende calores intensos, florecen a fines de julio. Este año, los meses de junio y julio fueron frescos y húmedos así que los lapachos tardaron en perder sus hojas más de lo usual -comenta el biólogo Alfredo Grau-. El efecto es diferente. Cuando estas se caen más temprano en el invierno, la especie está en mejores condiciones para florecer”.

REFUGIO. En algunos lapachos residen plantas como claveles del aire.

Esta etapa toma alrededor de un mes y luego los árboles emprenden su ciclo de fructificación con la aparición de unos pequeños frutos alargados parecidos -a simple vista- a las chauchas.

La belleza que ofrecen los lapachos rosados (Handranthus impetiginosus) alude a una flora autóctona, pero sus familiares amarillos (Handroanthus ochraceus) son originarios de Salta y de Jujuy. En la urbe, los árboles alcanzan de 15 a 20 metros de altura y 50 centímetros de diámetro en el tronco.

Junto con las flores de los lapachos también suelen aparecer las de las plantas de naranjas agrias (Citrus x aurantium): gran deleite de los transeúntes y los polinizadores. “El aroma característico del azahar se debe a los aceites esenciales del árbol. Su principal componente es el neroli, pero tienen también limoneno, linalol y nerol entre otras esencias”, detalla Mercado.