¿Qué es real? Giorgio Agamben (Adriana Hidalgo - Buenos Aires) de Majorana y Aristóteles a Simone Weil y la física cuántica.-

¿Qué relación hay entre lo probable y lo real? ¿En qué consiste el ser de lo probable? Estas preguntas estructuran el libro brevísimo de Giorgio Agamben. El filósofo empieza con un enigma: el físico italiano Majorana, genio y joven, desaparece en un viaje en barco que une Nápoles con Palermo. Las hipótesis sobre la desaparición y la investigación policial avanzan. Pero nadie da con el destino del físico. Algunos piensan que se ha suicidado. Otros sostienen que ha muerto anciano en un hospicio. Agamben une la historia enigmática de Majorana con su teoría sobre el lugar de la probabilidad en la física cuántica.

Realiza un análisis de la interpretación de Majorana de la idea de incertidumbre de Heisenberg, de las visiones criticas de Einstein y De Broglie sobre la probabilidad en la física y reflexiona sobre la crítica que hizo la filósofa de Simone Weil a la física cuántica en relación con la ciencia clásica. Para Weil, la física cuántica ha eliminado la idea que había alcanzado la ciencia clásica en relación con el concepto de continuo espacio temporal y ha introducido una confusión clave: supone que la realidad es incognoscible.

Agamben retoma a Gerolamo Cardano en su reflexión sobre el juego de dados. Según Agamben, de la teoría aún confusa de Gerolamo Cardano se puede deducir lo que posteriormente teorizó Poincaré; esto es, que la definición de probabilidad se basa en una circularidad. Es decir, el concepto de lo probable no se asienta en lo real sino en una idea que anteponemos a lo real. De este modo, lo probable es menos un rasgo de los hechos que una posibilidad planteada por la mente, una manera de intervenir en la realidad: “…la probabilidad presupone la capacidad de la mente de considerar un acontecimiento como posible y, además, como igualmente posible respecto de la clase de acontecimientos en cuestión.”

Posibilidad ética

El filósofo italiano sostiene que Pascal en sus cartas con Pierre de Fermat llegó muy lejos en su reflexión sobre la razón de ser de la probabilidad. Pascal ya advirtió que “la probabilidad jamás se realiza efectivamente como tal ni concierne a un acontecimiento real individual sino que, como había comprendido Majorana, permite intervenir en la realidad… para gobernarla…”

Aunque no lo diga abiertamente, Agamben entiende que la probabilidad contiene o supone una dimensión ética para aquel que apela a los usos de las probabilidades: “La apuesta con la que decido mi vida depende de la apuesta y no de la verificación… de su victoria”. Agamben conecta a Majorana con la física cuántica, a Simone Weil con los críticos a la física cuántica, a Aristóteles con Majorana: “La estadística no es una ciencia dirigida al conocimiento experimental de lo real; es, más bien, la ciencia que permite tomar decisiones en condiciones de incertidumbre”.

Majorana, el físico que había advertido las consecuencias funestas de la fusión nuclear en el momento clave, decide ausentarse, decide desaparecer en tiempos oscuros. Lleva al límite las posibilidades ontológicas de la probabilidad y de la física cuántica. Se convierte en performer: traslada a su cuerpo la posibilidad y el límite de la probabilidad. Si se confunde lo probable con el real (dimensiones imposibles de confundir), entonces lo real puede ser el laboratorio de lo improbable.

Así, “si la convención que rige la mecánica cuántica es que la realidad debe eclipsarse en la probabilidad, entonces la desaparición es el único modo en el cual lo real puede afirmarse perentoriamente como tal, sustrayéndose a la sujeción del cálculo”. Según Agamben, la desaparición de Majorana le plantea a la ciencia una pregunta clave aún no resuelta: ¿cuál es el estatuto de lo real?

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