Muy pocos son los afortunados que pueden contar historias como las que narra Ernesto Juárez, el futbolista que pasó de patear “la redonda” en Sportivo Guzmán, a hacerle goles a Amadeo Carrizo en las prácticas del River subcampeón de 1963.

Esos goles con su potente pierna derecha le permitieron llegar a la Selección Argentina, y ser parte del plantel que ese año disputó la Copa América en Bolivia. Pero la “película” de “Buchino” no se termina ahí; tiene un condimento mucho más sabroso. En aquel certamen, la Selección derrotó a Brasil 3 a 0 y él se dio el gusto de marcar un gol. “Cuando les ganás, los brasileños se quieren morir. Ellos lloran cuando pierden con Argentina”, le confiesa Juárez a LG Deportiva.

Pero su historia tiene otros capítulos, igual de pintoresco que el antes mencionado. Dos semanas después de aquella victoria, Argentina viajó a Brasil para disputar la Copa Roca, un torneo especial en el que se disputaban dos partidos y era local el país que se había quedado con el desafío del año anterior. “Tuvimos algunas bajas. Sabíamos que no sería sencillo, pero viajamos con toda la confianza del mundo, a pesar de que nos enfrentábamos a un monstruo de esa época”, recuerda Juárez y agrega que un tal César Luis Menotti ocupaba un lugar en el banco de suplentes.

“Buchino” recuerda que ni bien pisaron la tierra de la samba, comenzaron a pensar cómo iban frenar ese equipo que contaba con Pelé, Dorval, Mauro Coutinho y Pepe, entre otros cracks que se habían consagrado en el Mundial de Chile 1962. “La delegación argentina estaba a cargo de Valentín Suárez, y él fue quien nos avivó. Sabía que si les dábamos la pelota, ellos iban a golearnos. Brasil jugaba con un 4-2-4 y decidimos presentar un 4-4-2, algo innovador para aquella época”, recuerda, dejando en claro que en el vestuario comenzaron a temblarle las piernas. “Las tribunas estaban colmadas. Nos dijeron que ese día en el Morumbí había unas 70.000 personas. Todo era amarillo, salvo un grupo de 20 marineritos argentinos que nos alentaban a rabiar”, rememora. “Empezamos mal, aguantando, pero de a poco nos adueñamos de la pelota y ahí los matamos. Ese día jugamos a lo Brasil, es decir, tocando y tocando hasta que llegábamos al arco y lo golpeamos seguido. Se querían morir cuando les ganamos”.

Esa multitud fue testigo del zapatazo que sacó Juárez, desde más de 40 metros y que se coló en el arco de Gilmar para marcar el tercer gol argentino, el que sellaría la victoria; la gran hazaña.

“Se querían matar. Les ganamos 3 a 2 y le rompimos un invicto de siete años sin perder como locales”, agrega el ex delantero que recuerda que festejaron horas y horas en el vestuario y que recién camino al hotel se dieron cuenta de lo que habían conseguido. “La ciudad parecía un cementerio. Estaban todos tristes. Terminamos de cenar y con David Íñigo (otro ex futbolista que salió de Villa 9 de Julio) decidimos salir a dar una vuelta. Todos nos miraban mal y cuando los jefes de la delegación se enteraron de lo que habíamos hecho, nos querían comer crudos. “¡Tucumanos locos! Si la gente los hubiera reconocido, los habrían matado sin problemas”, asegura que fue la reprimenda”.

Los años pasaron y su descendencia futbolera continua. Tiene a su nieta Rocío Díaz jugando en la primera del equipo femenino de UAI Urquiza, último campeón argentino. “Mi abuelo siempre me aconsejó; me enseñó muchísimas cosas. Todas sus historias tienen un aprendizaje y las acuerdo absolutamente a todas. Está feliz de que haya elegido esta carrera, lo compartimos y lo vivimos muy de cerca, más allá de estar a kilómetros de distancia”, aseguró Rocío.

HORA

• 21.30.

POR TV

• Canal 10, TyC Sports, TV Pública.

ÁRBITRO

• Roddy Zambrano (Ecuador).

Estadio

• Mineirao (Belo Horizonte).