A ESCENA

• A las 22 en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

El santafesino Rafael Bruza desplegó cuatro personajes entrañables en “Rotos de amor”, una de sus obras más representadas en el país (el año pasado se montó en Tucumán con un grupo local), sobre un grupo de visitadores médicos en crisis afectiva que buscan respuestas entre ellos para reencauzar sus vidas.

Pepe Soriano encarna al “mudo”, que desde la pérdida de su esposa no puede articular una palabra entendible. El veterano actor, uno de los más queridos de la Argentina, encabeza un elenco estelar que completan Osvaldo Laport, Hugo Arana y Matías Scarvaci (reemplazante en la gira de esta semana de Víctor Laplace), y que presentará esa obra esta noche en el teatro Mercedes Sosa, con dirección de Andrés Bazzalo.

“Tiene muchas versiones excelentes, pero no vamos a hacer una competencia de calidad con nuestros colegas. Simplemente vamos a presentar una propuesta, tan diversa como las otras puestas que hay. Todos los ‘Rotos de amor’ tienen el mismo texto, pero distintas interpretaciones. La última palabra la tiene la gente, como en todas las cosas que hacemos. Pero no quiero dejar de pasar por Tucumán, para reencontrarme con mis afectos y tomar algún vinito”, sostiene Soriano, en tono pícaro atravesado por una risa, en un diálogo con LA GACETA.

- Su última visita a la provincia fue hace dos años...

- Es mucho tiempo (ríe), tengo muchos amigos y recuerdos entrañables de Tucumán. Me acordaba hace pocos días de hermosos tiempos idos, con Pancho Galíndez, el turco Dumit, Fernando Arce, Rosita Ávila, que siempre nos queda... Ahora voy por un día nomás, pero antes iba por semanas, era como mi casa, y comía las empanadas más ricas del mundo. Las temporadas duraban dos o tres meses, pero ya no aguantan más de una función.

- Con 72 años sobre el escenario, ¿le pesa ese cambio?

- Es terrible. Pasó pero dejó marcas, está en el corazón de cada uno. Tengo 90 años y salgo de gira porque me encuentro con gente querida, con gente que voy a aprender a querer y porque tengo que trabajar para vivir. No pertenezco al empresariado argentino, soy un laburante en una sociedad capitalista.

- ¿Se modificó también la manera de relacionarse con el público?

- Yo tengo una forma singular de vincularme. Cuando me preguntan dónde nací, respondo que en Buenos Aires pero aclaro que no soy porteño, sino argentino. No marco territorio. Tengo amigos a lo largo y ancho del país. Me da una alegría muy profunda poder recorrer la Argentina.

- ¿Qué le preocupa de la crisis que atraviesa el país en cuanto a su actividad?

- Que está descalificando la cultura, por lo menos en la restricción que se vive referida al acceso a las artes. Cuando digo cultura, me contestan que la soja también es cultura, pero la soja deja mucha plata mientras que el arte sólo nos deja amor.

- Y precisamente, “Rotos...” habla del amor, en su personaje de alquien que quedó mudo por una ausencia.

- Disiento con Bruza en que sea mudo; lo tengo que hablar con él. Mi personaje emite palabras, pero cuando murió la mujer quedó afectado psicológicamente y se le quedaron mezcladas las letras de las palabras. Por eso es que él habla, pero nadie entiende lo que dice. No puede pronunciar una palabra entera porque se le tergiversó. Hace años que está alternando las letras y es inentendible.

- ¿Por qué el público quiere tanto a estos personajes?

- Porque, en general, hay predilección con los personajes que tienen dificultades, con los que no lograron completud.

- El elenco tiene cambios constantes...

- Justamente porque cada uno está buscando trabajo en lo que puede, nuestra profesión es así, de oportunidades; así como a Gustavo Garzón le salió una propuesta y lo reemplazó Arana, ahora Laplace está empezando una película en coproducción entre Argentina y España donde hace de Facundo Cabral y nos acompaña Scarvaci. Trabajamos en lo que se puede. El Instituto Nacional de Teatro y el de Cine se están quedando sin plata, porque todo va a pagar la deuda externa. Esa plata no es del Gobierno, sino del público que pagó su entrada a un espectáculo. Estamos en una lucha despareja, en la que no somos tenidos en cuenta. No se habla de la creación, sino si se vende más o manos.

- ¿El amor es la gran búsqueda de los artistas?

- Yo creo que sí. El amor en el arte se expresa en los aplausos, que es la manera en que la gente te dice “te quiero”. Y cuando nos dicen eso, nos sentimos muy bien, más allá de la omnipotencia y de la vanidad que cada uno tiene. Es cierto que esos aplausos son como agua entre las manos, que son efímeros y se diluyen y se pierden entre los dedos cada noche, al terminar la función, pero en el momento de recibirlos, es la eternidad.