Los fanáticos tucumanos alucinan con la llegada de la Freestyle Master Series (FMS), que es el acontecimiento del año en el mundo del rap: eso transmite en la puerta del teatro Trech, la estrella del hip-hop callejero de acá, que sueña con rapear en la FMS 2020. Sobre el escenario ya empezó la tercera fecha y ya se enfrentan Dtoke y Sub, que marchan tercero y segundo en la clasificación. El duelo comienza con un easy mode y un hard mode, dos rondas en las que los freestylers riman con palabras aleatorias que aparecen en la pantalla cada 10 y cinco segundos. Esta parte y la que sigue, la de las temáticas, muestran el lado solista de cada rapero; después llega el verdadero enfrentamiento, el de las réplicas y los personajes y los ataques a sangre y los disparos de versos.

Camuflado por las rimas, el repertorio de temas, de desvaríos y de insultos es infinito: Dtoke acusa a Sub de hijo del comisario, Sub le contesta algo sobre la dictadura, llueven las propuestas homosexuales. Y entre punchline y punchline, entre burla y burla, el público grita y hace ruido y se sienta y se levanta y festeja el ingenio improvisado. Así transcurre la FMS, la competencia de rap que se profesionaliza y reclama que se trate a sus participantes como a los protagonistas de otros deportes.

El español Jaime Encina, de The Urban Roosters, la empresa que organiza la FMS, define el freestyle hip-hop como un deporte mental. “Nuestro objetivo es llegar a las Olimpíadas de la Juventud. El freestyle requiere mucho entrenamiento, mucha lectura y aprender métrica y a cantar. Y además es algo muy entretenido. Por eso consideramos que nuestros chicos se han convertido en deportistas profesionales y creemos que deben ser tratados como tales”, argumenta Encina, que está a cargo de la producción del espectáculo.

La difusión de la FMS a través de las redes sociales ha convertido a The Urban Roosters en la mayor plataforma de hip-hop freestyle de España y América Latina, con más de 120.000 raperos amateurs y semiprofesionales y un mercado de 18 millones de personas. Además de en Argentina, la FMS acontece en España, México y Chile.

Después de que el jurado le da la victoria a Dtoke, el Misio agita a la multitud: “me dijeron que Tucumán hacía ruido de verdad”. Y entonces le responden con un ¡eh! estruendoso que hace vibrar las paredes del teatro. Seguirán cuatro duelos más, ocho hip-hoppers más gesticulando, agachándose, saltando, rapeando a capela e insultándose, pero también intercalando algo de política y a la Bomba Tucumana en su creativo juego de palabras. Y tras la batalla demostrarán, con saludos y abrazos amistosos, que este es un deporte de fair-play y que los insultos no van en serio. Porque los freestylers, además de rivales, son compañeros.

¡Hip, hop, viva! ¡Hip, hop, viva! ¡Vivas para el hip-hop, ruidos para el rap, olés para el freestyle! Y ese freestyle lo interpretan Valentina Vaca y Yago Andrada. En el entretiempo, Valentina, de 19 años, se divierte con Yago, de 20, y recuerda que cuando se conocieron ella se horrorizaba con la música que escuchaba él: “¿qué es ese ruido del rap?”. Dos años después están de novios y vienen juntos a la FMS. “Yo soy fanático desde hace tres años -relata Yago-. Así que la harté a ella y la convencí y le terminó gustando”. Freestyle lovers, entonces.

Ya va a terminar la fiesta. DJ Zone musicaliza el ambiente con su ritmo beat, de percusión, y El Misio invita al público a levantarse, mover los brazos y gritar. Y la gente aplaude a los raperos y los raperos aplauden a la gente. Y así se acaba la tercera fecha de la FMS, la jornada tucumana del freestyle rap.

Mientras tanto, en la puerta del teatro, los padres buscan a sus hijos. Carlos Arquez, de 68 años, que espera al suyo, no quiere opinar sobre el fenómeno: “es una cuestión generacional, vaya uno a saber. Cuando pienso en decirle algo a mi hijo, me acuerdo de mis viejos, que escuchaban música clásica y me decían que los Beatles eran una porquería”.