Es un enemigo que está lejos aún de la retirada total y menos de ser derrotado, pese a que las estadísticas indican que se registró una disminución en su consumo. Según los recientes relevamientos, cada año el tabaco se lleva la vida de más de 8 millones de personas, de las que más de 7 millones son consumidoras del producto; alrededor de 1,2 millones son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno. Casi el 80% de los más de mil millones de fumadores que hay en el mundo, vive en países de ingresos bajos o medios.

La Organización Mundial de la Salud informó que se estima que a nivel mundial son 165.000 los niños que mueren antes de cumplir cinco años a causa de infecciones de las vías respiratorias inferiores provocadas por el humo del tabaco ajeno. Los que viven hasta la edad adulta siguen sufriendo las consecuencias para la salud de la exposición al humo del cigarrillo, lo que se nota en las infecciones frecuentes de las vías respiratorias inferiores en la primera infancia que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar EPOC en la edad adulta.

El organismo internacional indicó que más del 40% de los decesos relacionados con el tabaco se deben a enfermedades pulmonares como el cáncer, afecciones respiratorias crónicas y la tuberculosis e instó a intensificar medidas para proteger a las personas de la exposición a ese producto.

Según la IV Encuesta Nacional de Factores de Riego, efectuada en 2018, en nuestro país, son 44.000 las personas que fallecen anualmente por causas vinculadas al consumo de tabaco; indicó que el 22,2 % de la población adulta fuma, es una de las tasas más altas de la región de las Américas. El relevamiento informa que el 21,8 % de la población adulta está expuesta al humo de tabaco ajeno en los lugares de trabajo y el 21,5% en bares y restaurantes. Los chicos comienzan a fumar a los 12 años en promedio y uno de cada cinco adolescentes de 13 a 15 años fuma, en contrapartida, las chicas fuman un tercio más que los varones.

En Tucumán, de acuerdo con datos proporcionado por el Programa Provincial de Lucha Antitabáquica, entre 2007 y 2017 muchos adultos habían dejado el hábito, pero entre los adolescentes y jóvenes, la situación era preocupante, porque había descendido la edad de iniciación. Según el relevamiento de ese organismo efectuado en varias escuelas tucumanas, el 15% de los chicos de entre 8 y 12 años ya había probado el cigarrillo. El pico del consumo de tabaco se daba entre los 12 y 14 años; la prevalencia de consumo de tabaco en estudiantes era de entre el 30% y el 50% en escuelas que no se habían declarado libres de humo, mientras que en las instituciones que sí lo habían hecho, era del 5%.

En agosto de 2016, entró en vigencia la nueva ley provincial N° 8.894 (complementaria de la ley antitabáquica N° 7.575) que establece que solo se podrá fumar en la calle y en las casas. Se prohíbe la comercialización de cigarrillos por menudeo a menores de 18 años y tampoco se puede fumar en fiestas privadas o aquellas en las que se cobrara entradas o se vendieran bebidas alcohólicas.

Pero a juzgar con las estadísticas, las prohibiciones ni el incremento del precio no bastan. Sería importante redoblar los esfuerzos en materia educativa para concientizar a los chicos desde muy pequeños acerca del daño que ocasionan las adicciones, en particular, el cigarrillo. Se podría impulsar que los adolescentes entrevistaran a personas con EPOC o que estas dieran charlas en las escuelas, entre otras cosas. Tal vez así se los desalentaría a iniciarse en este vicio que es una de las causas del cáncer. Alguien afirmaba que “dejar de fumar puede ser una de las cosas más duras de la vida, pero al menos tendrás una vida”.