En Tucumán quedan muy pocos testimonios de aquellos años revolucionarios: la fachada de una casa, las paredes de otro inmueble y la sala de la jura de la Casa Histórica. 

El resto se lo llevó la picota. Los objetos de la época no tuvieron mejor suerte. Quedan unos pocos que no fueron arrojados al olvido y que nos enseñan cómo se vivía cuando soñábamos con ser un país libre.