En el mes de abril pasado participé en Chile del Global Cherry Summit, un evento que se está posicionando como uno de los más importantes del mundo en el negocio de las cerezas. Junto a destacados productores, exportadores, consultores, importadores y retailers de todo el mundo, fui uno de los expositores presentando el trabajo “Avance, estrategia y futuro de las plantaciones de cerezas en Argentina”, comentó Adolfo Storni, presidente de Cerezas Argentina SA y miembro de la comisión directiva de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados.

La industria de la cereza chilena se encuentra viviendo un verdadero boom, producto de las ventas al mercado chino. Hemos estado, junto a empresarios frutícolas que han exportado U$S 1.200 millones en cerezas frescas (90% a China), generando una ganancia anual como sector de U$S 600 millones, lo cual, en gran medida, se está reinvirtiendo en el propio negocio: nuevas plantaciones, empaques, tecnología de selección, coberturas, protección contra heladas, viveros, laboratorios, promoción, investigación y desarrollo, entre los aspectos más destacados.

ADOLFO STORNI. Produce cerezas en Río Negro y Chubut, y arándanos en Salta y provincias del NEA.

Claves del éxito

Son varios los factores claves del éxito, por lo que quisiera detallar al menos los más importantes:

* Han dominado la tecnología del cultivo, y cuando les funciona, reinvierten en coberturas contra lluvias, portainjertos adaptados a las distintas condiciones de suelos, pies enanizantes que produzcan plantas de menor altura, marcos de plantación con mayor densidad y conducción que faciliten la precocidad y productividad facilitando la cosecha.

* El Estado Nacional aporta lo suyo con baja inflación, estabilidad en las reglas de juego, impuestos moderados, acuerdos de libre comercio con los principales mercados importadores, devolución del IVA, compras a los exportadores a los 30 días y acceso a financiamiento a tasas internacionales.

* Hay un sentimiento de pertenencia a una industria, donde todos tiran para el mismo lado (calidad, promoción conjunta, institucionalidad dentro de la Asociación de Exportadores de Fruta y el Comité de Cerezas).

* Manejo de información: todo se mide, todo se registra, todo se compara, y los datos no se ocultan ni tergiversan. Eso se denomina seriedad.

* Cultura de la mejora continua, donde corrigen en forma permanente todo lo que se puede, aunque sea reciente.

* Promoción externa: los productores de cerezas de Chile tienen un presupuesto de U$S 5 millones.

* Mejoras en tecnología de conservación y en logística, que les permitió conservar mejor la fruta y llegar más rápido (bolsas + Cherry Express).

* Calidad, calidad y calidad: trabajando con indicadores como grados brix de la fruta, materia seca, e incentivos a la calidad cosmética, y el calibre y uso de tecnología de punta en los empaques.

Todos estos factores han creado un clúster de productores y proveedores de servicios con sede en Curicó que ha revolucionado la fruticultura chilena, ya exitosa previamente por la competitividad de otros cultivos, pero potenciada por generar ahora un negocio billonario y muy rentable en solo 25 años.

El aprendizaje

Argentina tiene mucho que aprender de esta industria, y el ejemplo está dado por la presencia en el Global Cherry Summit de cinco empresas de Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, que fuimos a estrechar lazos técnicos y comerciales y también de proveedores y técnicos chilenos que ya se encuentran trabajando en nuestro país.

“La República Argentina tiene miles de hectáreas con aptitud para la producción de cerezas o para reconvertir desde otros cultivos; cultura frutícola; abundancia de agua de excelente calidad y mano de obra. Sólo falta que el Estado contribuya a fomentar la actividad privada con menor carga impositiva, mejorando la calidad de los servicios; con mayor acceso a los mercados a través de Acuerdos de Libre Comercio; leyes laborales que faciliten la incorporación de recursos humanos y un costo financiero sustancialmente menor para financiar una plantación que entra en producción recién al cuarto año y que además necesita de viveros; galpones de empaque; tecnología de clasificación; infraestructura de enfriado, almacenamiento y logística”. “Si las producciones locales estuvieran en suelo chileno, las exportaciones argentinas a China o la Unión Europea tendrían un 20% más de precio para el productor, sólo por la ausencia de derechos de exportación y la presencia de Acuerdos de Libre Comercio. De parte de los productores tenemos mucho para aprender en Chile, comenzando por los centros de investigación (o lo que queda de ellos), para subsanar la brecha de conocimiento, permitiéndonos dar un salto cuantitativo y cualitativo”.