Que la final del Abierto de Roma sea otra vez uno de los partidos soñados de cualquier torneo y que no tenga argentinos como protagonistas tiene una única explicación: Novak Djokovic.

El serbio ha sido el límite común a las aspiraciones de Juan Martín Del Potro y al sueño de Diego Schwarztman, a quien ayer venció por 6-3, 6-7 y 6-3 en la segunda semifinal del día, la primera disputada por el argentino en cualquiera de los Masters 1.000.

Rival, instancia y escenario de excelencia: Diego estuvo a la altura de lo que demandaba semejante ocasión.

Enfrentar a Djokovic en el Foro Itálico en turno de semifinales puede considerarse, sin temor al error, una de las situaciones cumbre de la carrera del “Peque”, y todos sabemos cuan difícil es vivir como un privilegio semejante compromiso, y responder al desafío con lucidez mental y soltura técnica.

Desde afuera de la cancha fue sencillo percibir que Diego disfrutó del momento. Así lo expresaron sus gestos, sus decisiones, sus golpes, sus movimientos y sus reacciones. No hubo momento en que se lo sintiera incómodo, con estrés competitivo, acorralado por la importancia de los puntos y las oportunidades que pudiera no tomar.

Todo su andar lució natural, una expresión espontánea de pertenencia a esa elite tenística que integran quienes quieren, y pueden, desafiar a los mitos, vivientes y vigentes, que son el serbio, Federer y Nadal.

A tono con la velocidad de pelota, “Peque” aprobó con gran nota el examen de consistencia y regularidad al que siempre desafía un crack de todos los tiempos quien, por bastante margen, es el mejor de los mejores en el último lustro. Y hasta se animó a doblar la apuesta y tocarle el orgullo varias veces con drop shots ganadores.

Si en las miradas previas costaba encontrar respuestas a la pregunta de con cuáles elementos tenísticos podría ganarle, él nos mostró que estábamos equivocados. Veloz como pocos en el tour, resistente-valiente es una rima que suena exacta al hablar de Schwarztman, quien ayer volvió a ser el jugador que en 2018 coqueteó con el Top10, y que mañana volverá a su lugar entre los mejores 20 del ranking.

Por último, tendremos otro Djokovic-Nadal. El 2° de 2019, el 8° en Roma, el 5° para definir este título, el 54° entre ambos. No hay dudas: el serbio y el español volverán a escribir una hoja más de la historia grande del tenis.