“Él fue a buscarla con la idea de matarla”, expresó A., hermana de F., la empleada de 40 años que fue brutalmente agredida por su ex marido en un departamento ubicado en Bernabé Aráoz al 100.

El ataque ocurrió el martes a la tarde, cuando ella había quedado sola luego de dejar a sus dos pequeños en el colegio (otro hijo, de 19 años, estaba viviendo con el padre en la provincia de Salta). F. trabaja actualmente en un call center de la capital y vive con sus niños, “feliz y tranquila”, como definen sus familiares. Luego de transitar años de amenazas y acoso por parte de su marido, ella sentía que por fin había llegado a vivir en paz. Después de tanta lucha y dolor, había conseguido un trabajo estable que le permitió pagar un alquiler en la zona sur.

“La ayudamos a que pueda tener sus cositas e intentamos que el departamento sea lo más escondido posible para que él no pudiese encontrarla”, agregó su hermana. Según contó su familia, F. había cortado relación con el agresor hace tres años y se vino a Tucumán con un bolso y sus hijos.

Hacker

“En cada oportunidad que él tenía, se venía desde Salta para acosarla o agredirla personalmente. También le hackeaba las redes sociales y muchas veces se hizo pasar por uno de sus hijos a través de Whatsapp para poder hablar con ella”, contó A.. “Muchas veces entraba a su Facebook y subía fotos viejas para que todo el mundo crea que ellos estaban juntos de nuevo. La verdad, un enfermo”, expresó K., otra de las hermanas de la mujer agredida.

“Mi hermana le pidió el divorcio hace tres años, después de casi 20 años de matrimonio. Lo denunció varias veces por violencia, no solo contra ella, sino contra sus hijos. Esta vez fue el episodio más violento. No hay lugar en la cara o cabeza que no tenga golpes”, dijo.

Con lágrimas y desesperación en los ojos, relataron cómo fue el momento en que su hermana fue salvajemente golpeada por su ex cuñado. “Él nunca pudo aceptar que ella lo dejara y tampoco que haya conocido a otra persona. Siempre la atosigó y la persiguió”, agregó A.

Aparición sorpresiva

El 10 de mayo F. cumplió años, y ese día recibió la visita del agresor en su nuevo hogar en barrio Sur. “Seguramente siguió a uno de sus hijos o a alguno de la familia, y pudo saber dónde estaba viviendo ella”, añadió K. “Siempre creyó que ella vivía con nosotros, entonces por eso creemos que jamás llegó hasta este punto. Delante de todos siempre fue amable y parecía buenito”, dijo. Esa tarde, el hombre fue hasta el colegio de los chicos para corroborar que ella estaba sola en su casa, según indicó una de sus hermanas. “No sé adónde se habrá escondido pero le siguió los pasos. Entró al edificio y se puso a buscar el departamento de F. Creemos que descubrió cuál era su casa por el ruido del lavarropas, es algo particular”, prosiguieron. “Él tocó la puerta y ella abrió, claro… ¡qué iba a pensar que era él! Después de eso, él se quedó hasta el martes, armó un bolso y dijo que se volvía a Salta. Nosotros pensamos que ya estaba allá pero se ve que se quedó por ahí escondido”, dijo A.

Un día después, el agresor atacó y fue de lo más violento. El miércoles a la tarde F. fue golpeada por su ex esposo en la cocina de su departamento. Le provocó graves heridas en la cara y cabeza. “Se ensañó con ella y le pegó mucho en la cara. Sabía que era violento y loco, pero jamás imaginé que llegara a esto”, dijo V., una de sus sobrinas.

Los gritos de F. alertaron a los vecinos de lo que ocurría, y salieron al pasillo, según confirmó la familia. “Él entró y comenzó a golpearla. Había sangre por todos lados”, dijo la sobrina. Un matrimonio que vive justo enfrente al departamento se acercó a la puerta para ayudarlos y se dio con que el agresor estaba golpeando a la mujer, que ya estaba inconsciente en el piso. “Mi tía estaba tirada y él seguía y seguía. Ellos le pidieron que parara y trabó la puerta para que ellos no pasaran”, relató la joven. Según dijo, el hombre arrastró a F. para trabar la puerta de entrada así nadie pudiese socorrerla.

Luego los vecinos se comunicaron con la Policía y entre varios, pudieron evitar que el agresor se escapara. “Cuando lo llevaron esposado, se reía por lo que había hecho. Tal como cuando una persona queda satisfecha de haber terminado su trabajo”, expresó la chica.

Muy grave

“Yo estoy jugado, ya perdí todo. No tengo nada que perder y ella me ofreció su vida”, le habría dicho hace un tiempo el agresor a A., hermana de la víctima, una tarde que dialogaron en su casa. “Me senté a charlar con él después de que la había amenazado con una tijera, y esa fue su respuesta”, contó apenada la mujer.

Según el parte médico del hospital Padilla, F. se encuentra en estado crítico. Los médicos dijeron que tiene un edema cerebral y permanecerá internada.