Hay cosas que molestan a simple vista, pero que se mantienen en su lugar y terminan incorporándose al paisaje naturalmente. Basta que alguien observador o de otro lugar nos señale la fealdad para percibirla nuevamente. Las zanjas que habitualmente abren las empresas de servicios o los cables que opacan el cielo tucumano no solo son ejemplo de una estética kitsch, sino que constituyen un riesgo para los transeúntes de San Miguel de Tucumán.

Una crónica de nuestra edición de ayer, está referida a los manojos de cables aéreos que siguen existiendo, pese a la ordenanza municipal 2114 que reglamenta su uso en la vía pública.

Hace pocas semanas, en la calle Maipú al 400, hace un poco más de un mes, una maraña de cables que quedó colgando en el medio de la calle, ocasionó temor y complicaciones en el tránsito. En la oportunidad, Defensa Civil municipal cortó el tránsito durante varias horas, para que el personal de cinco empresas tuviera que solucionar el problema del cableado. El responsable de esa repartición señaló que cuando se registran vientos fuertes o tormentas y cae un poste, el cableado eléctrico se convierte en un problema.

El secretario municipal de Obras Públicas dijo que luego del reordenamiento que efectuó el municipio en 2016, lo que queda y se ve son las subidas a los edificios. “De todas formas insistimos a empresas de cable y telefonía que cumplan con la ordenanza. Siempre estamos detrás de este tema. Es una preocupación, pero ya se ha despejado bastante”, sostuvo. Agregó que en gran parte del microcentro se han hecho en el último tiempo instalaciones subterráneas, como sucede con EDET y las empresas de telefonía. Pronosticó que llevará aún un tiempo para que el cielo esté más despejado el cielo.

Pero también las veredas que las compañías rompen a menudo en el microcentro, se convierten en una incomodidad y en un riesgo para el peatón. Una vez concluidos los trabajos, estas permanecen semitapadas varios días o son parchadas a la espera de que se repongan las baldosas originales. Por ejemplo, la acera oeste de Chacabuco primera cuadra, se halla en esa situación, las zanjas a medio tapar han sido cubiertas con cartones que con la lluvia se vuelven resbalosos e invitan a accidentarse.

En la década de 1990, cuando comenzaron las privatizaciones de las empresas del Estado, las veredas de San Miguel de Tucumán se convirtieron en trincheras. Las distintas compañías las rompían para poner sus instalaciones. Se planteó la necesidad de que estas presentaran luego un mapa con las instalaciones subterráneas realizadas para evitar inconvenientes en el futuro. En 2013, las autoridades se acordaron de hacer efectiva una ordenanza de 1994, remozada luego en 2006, por la que se concedía a las empresas privadas y públicas un plazo de 60 días hábiles, desde la notificación, para concluir con la erradicación del cableado aéreo. Se acordó entonces un plan de trabajo con las prestatarias de cable y de telefonía. Se logró, luego de muchos años, que los comerciantes retiraran los carteles de grandes dimensiones que afeaban el espacio aéreo.

Los vicios y las transgresiones se mantienen a juzgar por la realidad. Si las normas que regulan la vida ciudadana no son asumidas como una obligación, tanto por quienes tienen que acatarla como por los que deben hacerla cumplir, es comprensible que un problema no halle su solución definitiva y que la polución visual siga agrediendo la vista de los ciudadanos.