Es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente. La ciencia es la herramienta que permite encontrar respuestas a los problemas económicos, sociales y del medio ambiente de una sociedad que hace posible su desarrollo.

Se celebró ayer el Día del Investigador Científico, pero al parecer no hubo demasiado para festejar porque el sector padece desde hace tiempo los coletazos de la política económica. Consultado por nuestro diario, el titular del Centro Científico Tecnológico del Conicet-Tucumán señaló que en esa área se va marcha atrás. “Los recursos humanos altamente calificados que tenemos se están yendo a donde les pagan más. Y desperdiciar varios miles de investigadores formados es más que un despropósito, es casi un suicidio... Tenemos que buscar la forma de que no ocurra... la diferencia entre países ricos y países pobres hoy depende de cuál produce conocimiento, porque es este el que resuelve los problemas”, sostuvo Atilio Castagnaro. El subdirector de la entidad, Ricardo Kaliman, dijo que “tener que usar el conocimiento generado por otros se paga con divisas. Producir conocimiento, en cambio, las genera. Y esa es la verdadera soberanía”.

A través de un tuit, el biólogo del Conicet, Fabricio Ballarini, dijo que 2.595 personas hicieron una carrera universitaria brillante, ganaron una beca doctoral y una “postdoc”. “Fueron a congresos, dieron charlas y publicaron papers. El Estado invierte en formar a profesionales de todas las áreas y luego los expulsa. No es solo una fuga de cerebros, es una forma idiota e ineficiente de utilizar los fondos y el capital intelectual del país para abastecer universidades privadas del resto del mundo. Solo el 17,3% (450) seguirá haciendo ciencia aquí; 2.145 serán expulsados del sistema y seguramente se irán del país”, escribió.

El programa Raíces, iniciado en 2003, logró en nueve años el retorno al país de más de 890 investigadores. “Creemos que Raíces no se limita a un proceso de repatriación compulsivo, sino que establece una red de comunicación concreta entre científicos y técnicos, que son parte del capital intelectual nacional presente en el exterior”, escribió Lino Barañao, actual secretario de Ciencia y Técnica, en 2012 cuando era funcionario de la administración anterior.

En septiembre pasado, el Gobierno nacional eliminó nueve ministerios, en consecuencia el de Ciencia y Tecnología descendió a la categoría de secretaría. El presupuesto para el sector asciende al 0,5% del Producto Bruto Interno, distante del 1,5% prometido por Mauricio Macri durante su campaña electoral. En 2015 y 2016 el presupuesto descendió de U$S1.300 millones a U$S770 millones.

La desfinanciación del área científica conspira contra el desarrollo de un país. Una nación que, en lugar de producir tecnología, la compra, siempre será dependiente; si no se aprende a pescar, se estará condenado a comprar el pescado. Basta echar una mirada a la inversión que hacen los países avanzados para darse cuenta de ello. A comienzos de la década de 1990, en una visita a la Argentina, el político español Felipe González dijo que en el siglo XXI el poder lo tendrían aquellos países que apostaran al desarrollo científico y tecnológico, y a la cultura.