Como curar con analgésicos

Combatir la delincuencia a balazos es como querer curar una enfermedad infecciosa con analgésicos. Sin embargo, aquella no se combate atacando los síntomas, sino a la etiología, usando antibióticos, según corresponde. Trasladado al plano socioeconómico, para terminar con la violencia hay que acabar primero con la pobreza y antes de eso con la corrupción que la genera. Hoy, en el tema de la inseguridad, se encuentran en apariencia furiosamente enfrentados el legislador Eudoro Domingo Aráoz por la oposición y el secretario Claudio Maley por el Gobierno, discutiendo qué analgésico hay que usar e ignorando que violencia, pobreza y corrupción están ligados como fichas de dominó, de modo tal que si no se hace caer a esta última nunca caerán las otras dos. Lo curioso (si no paradójico), por lo tanto, es que ambos representen a dos gobiernos caracterizados precisamente por la ficha que todo lo determina, es decir la corrupción. Tanto que Aráoz tiene planteado un legítimo amparo para resolver el “misterio” de los gastos sociales de la Legislatura, que el gobierno se empeña en mantenerlo en tinieblas, con un botín que hoy supera fácilmente los $ 1.000 millones. Sin embargo, la campaña anticorrupción del legislador se exhibe sumamente selectiva, porque por otro lado defiende fervorosamente a un gobierno que, para mencionar solo una perla de un collar que exhibe millares de cuentas, pretendió estafar al pueblo argentino cuando Mauricio Macri quiso autocondonarse desde ambos lados del mostrador una deuda, la del Correo Argentino, que multiplica varias veces el importe de los gastos sociales y que no sólo le está costando un juicio penal que no debería tener otra solución que la condena, sino que no conforme con ello logró apartar al procurador, Carlos Balbín, de la Procuración del Tesoro, cuando tenía ya preparado un dictamen en contra del acuerdo pergeñado por el Presidente. En suma, Aráoz y Maley representan, para consumo masivo, una obra de teatro que oculta la cruda realidad de la corrupción y la pobreza.

Clímaco de la Peña

climacodlp@gmail.com

El servicio de ómnibus a los valles

Los abajo firmantes, usuarios habituales del servicio de transporte Aconquija, queremos manifestar por este medio nuestro malestar ya que el lunes pasado nos dimos con la sorpresa de que el servicio que habitualmente prestaba en el horario de las 6.30 fue levantado sin previo aviso, ocasionando múltiples inconvenientes y tardanzas en el horario de los innumerables  trabajadores que diariamente se trasladan a los Valles para cumplir sus jornadas laborales en hospitales, escuelas e instituciones públicas y privadas. Por tal motivo, solicitamos a la Dirección de Transporte de la Provincia o a la Comisión Nacional de Regulación del Transporte CNR (nacional) que arbitren los medios necesarios para revertir esta situación, o para que otra empresa de transporte pueda realizar los servicios que fueron levantados (cuatro servicios diarios) por esta empresa, ya que afectan a muchos usuarios en el horario de trabajo y escolar. Consideramos que no es posible que una empresa concentre el monopolio del servicio, perjudicando a muchos trabajadores y estudiantes.

Lucrecia Flores, María J. Rojas, Walter López y otros

llukyflo@hotmail.com

Sede del Ministerio de Defensa

Con fecha 18/03/19, LA GACETA informa que el Ministerio Público de la Defensa va a tener su propia sede, expropiación mediante, en el inmueble sito en calle 25 de Mayo 883/887 de esta ciudad. Considero  totalmente inapropiada la iniciativa. El área que rodea la Plaza Urquiza es una zona residencial y de esparcimiento, que hay que preservarla; es por sus características únicas dentro del damero urbano. La instalación de una oficina pública en dicha zona no hace más que demostrar la ceguera de los impulsores del proyecto. Además, por otra parte, el gobernador, Juan Manzur, publicita que se sigue avanzando en el proyecto del arquitecto tucumano César Pelli, respecto del Centro Cívico encargado por el propio Poder Ejecutivo de Tucumán. Cuando se efectúe el traslado sobrarán espacios públicos allá o en esta ciudad. Un proceder totalmente contradictorio y desatinado, sin tomar en cuenta la erogación que significa para las arcas públicas. Me pregunto si los autores del proyecto de ley atinaron a consultarle al señor Pelli, no como arquitecto sino como urbanista, qué opina al respecto.

Jorge Belfiore

belfiorej@hotmail.com

La política

Soy ochentón, jubilado, ex gremialista, argentino, con familia. Leo LA GACETA desde los 15 años, veo y escucho algo de radio y TV. Realizo, gracias a Dios, las tareas propias de la edad en mi vehículo particular. A esto lo desprecié gracias a las normas impuestas por el señor Romero, actual subsecretario de Tránsito de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Me cuesta trasladarme al Registro Civil, de allí a la Policía, sector Antecedentes Personales, y luego para poder llegar a la Dirección de Tránsito e iniciar los trámites para renovar el registro de conductor. Resolví que mientras se mantenga esta estupidez, no prevista en la Ley Nacional de Tránsito, no renovaré dicho carnet de manejo. Me considero apolítico; esto, quizás, me permita visualizar y distinguir con un mayor ángulo la política en toda su amplitud. Este es un año de elecciones; las redes sociales están invadidas; hay de todo y bien surtido. Quizás haya dos tipos de fanatismo: uno de convicciones y el otro de conveniencia. En mi caso me quedo con la democracia, que nos permite un intercambio de ideas que sería fructífero. Hago un balanceo entre la medicina y la política: antes éramos viejos decrépitos a los 50 años; la gente se moría. La medicina, los conocimientos y las investigaciones posibilitaron extender las expectativas de vida con calidad hasta los 70 o más años. Los peronistas se volvieron justicialistas y derivados. Los radicales se pelean entre ellos y algunos se unieron al peronismo, y últimamente a Cambiemos. Hablo de la existencia de dos fracciones. Hay un montón. Todos quieren llegar al poder. Es lo que vislumbro. Usan la política para satisfacer sus necesidades de progreso familiar y nepotista. Un gobierno populista nos dejó el país con el 30% de pobres. Cambiemos, aparentemente, los superó. Tenemos un Congreso Nacional que funciona como si estuviésemos en el primer mundo. La droga, los planes  sociales y otras yerbas llevan a perder el concepto básico de educación, de respeto al trabajo y de sacrificios, que son los condimentos básicos para desarrollarse en cualquier país del mundo. Las casas de familia parecen jaulas: el que sale a la vía pública tiene que andar con las manos en los bolsillos para cuidar sus pertenencias; observamos una moto con dos jóvenes y temblamos. Llegó la muerte: la medicina te cura, la delincuencia te mata. Hoy ya aparecieron los salvadores. Voy contando 12 candidatos que no exponen cuáles son sus planes de gobierno. Solo critican a los anteriores gobernantes. Afirman que ellos serán los “salvadores”, ¿serán mejores que “Lopecito”? Vamos camino a ser Estados Unidos del Sur. José de San Martín, Manuel Belgrano y otros le llamaron Argentina. Murieron creyendo que ese enorme sacrificio y calor por el color de la enseña patria serían definitivos. La política está destruyendo el país y a los que estamos adentro. En octubre tendremos la posibilidad de volver a elegir. Espero que no nos equivoquemos.

Hugo César Navarro

hucenavarro@gmail.com

El último argumento de la UCR

Las ambiciones personales siempre les hicieron daño a los proyectos políticos. Aquel que no comprenda que el conjunto de voluntades son el porvenir de una sociedad, se encuentra muy lejos de la verdadera vocación política y muy cerca del unicato. Un rejunte de personalistas son los autores de cerrar a la Unión Cívica Radical (UCR) en Tucumán, un partido centenario que con errores y virtudes siempre fue una alternativa para la sociedad. Su vigencia a lo largo y a lo ancho del país supo darle un valor humano y dirigencial a los claustros políticos del momento, hasta con el error de ser parte de un espacio que nada tiene que ver con el ideólogo radical, y me refiero al frente electoral Cambiemos, se mostraban como un partido político. Últimamente, ninguneados en ese espacio, al menos en algún pasaje de esta gestión nacional, manifestaron algunos berrinches por cuestiones simples. Eran solo reflejos impulsados por militantes que, con gran esfuerzo, sostenían la bandera de la UCR. Los que fuimos parte institucional alguna vez o autoridades partidarias, sabemos de ceder o no. Los que decidimos formarnos en la línea del fundador, sabemos que antes que hacer mal, no hacemos nada. También están aquellos que se resguardan en el ejercicio orgánico y hacen lo que dice la conducción. Pues esos se equivocaron en Gualeguaychú, al aceptar ser parte de un proceso que no es la causa de los desposeídos que defendió Leandro Alem. Simplemente son la chusma que se fueron con “la derecha”, aquella derecha -y valga la redundancia- que decía Raúl Alfonsín cuando nombraba a Macri o al “acérrimo enemigo” cuando se refería a la doctora Elisa Carrió. Cerraron el partido. Hoy se presentan por otro frente, dejando a la vista su terrible necesidad de poder abandonando los principios, entregando la bandera que nunca supieron sostener. El verdadero radicalismo está con la gente, nunca con el poder.

Williams Fanlo Llanos

willyucr@gmail.com

Vilismán

“Un pueblito aquí otro más allá y un camino largo que baja y se pierde”. Eso es Vilismán (departamento El Alto), como dice la zamba: un pueblito de las serranías catamarqueñas con una calle larga que baja y se pierde en las barrancas de un arroyo, donde termina el caserío. Tierra de hombres rudos, sacrificados en eso de andar día y noche lidiando con las vacas y mujeres artesanas que tejían en telares y al crochet, y como si esto fuera poco, con técnicas y recetas ancestrales elaboraban los dulces más ricos de Catamarca. Hace unos 30 años llegué por primera vez. Me enamoró el paisaje, la bondad de la gente, el canto de los pájaros en los amaneceres, los aromas del monte y las noches bajo esa bóveda azul infinita, donde hasta la estrella más distante parecía que se podía tocar. Alguien con muy buen criterio arboló esa calle larga y al cabo de unos años los olmos se juntaron al centro, las ramas se trenzaron formando un túnel verde increíble y único en estas latitudes. Tenía la calle el ir y venir de la gente de a caballo, que llegaba de los cerros o de los pueblos vecinos a hacer sus compras en los almacenes de ramos generales de los hermanos Bulacio, y que de paso se llegaban por la confitería de Doña Jesús. O de los que venían en busca del médico o de la señora Lita, la enfermera. O de los que llegaban a la iglesia, patrimonio histórico, algunos domingos cuando se oficiaba la misa. El túnel era funcional al tiempo, un alivio de los 40°C de los veranos y un refugio de los vientos que calan hasta los huesos en los inviernos. Por aquellos tiempos, los turistas que en forma masiva llegaban en los veranos, y especialmente para la fiesta de la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero, disfrutaban de la particular belleza de la Calle de Los Olmos. En septiembre de 2018, después de unos años de ausencia, volví: dolorosa sorpresa me tocó vivir porque la calle encantada no existe. Hoy es un infierno de arena, viento y sol. La alameda ha sido destruida, los árboles mutilados y convertidos en tótems de su propia muerte. Este genocidio que ronda la barbarie es producto de la ignorancia y la soberbia de aquellos que toman y disponen de los bienes de la patria, como si fueran de su patrimonio personal. Espero que la Dirección de Medio Ambiente de Catamarca haya tomado conocimiento de los sucesos y actúe conforme a la legislación vigente para el cuidado de la flora y la fauna. Como así también solicito a la Dirección de Turismo que recupere esta calle para bien del turismo.

Antonio Gómez

tono5021@hotmail.com