Solamente en San Miguel de Tucumán hay plantados unos 300.000 árboles. Pero, si para muchos esto debería ser motivo de orgullo, para muchísimos otros es una gran preocupación. Ayer la ciudad despertó con lo que podría haber sido una tragedia. En calle Mendoza al 900, a escasas cinco cuadras de la Casa de Gobierno, un enorme tarco, una de las especias que cuenta con más ejemplares plantados en la provincia, se desplomó en medio de la lluvia y cayó sobre un automóvil cuyo conductor esperaba para girar por calle Salta hacia el sur. La providencia quiso que no hubiera que lamentar una tragedia, aunque sí algunos golpes en la persona que manejaba y un terrible susto para quienes la acompañaban.

No es poco el espacio que le hemos dado a esta problemática en LA GACETA. Sin embargo, las mismas autoridades municipales, en el caso de la capital, reconocen la dificultad del control de un universo de ejemplares que corre peligro de desplomarse. Planes y proyectos hubo muchos: desde ponerles GPS para hacer un mapeo completo hasta reemplazarlos por ejemplares jóvenes, con el conocido problema de tener que esperar para que al menos cumplan la función de brindar sombra. Pero hasta el momento poco y nada se hizo y los funcionarios, en este caso tanto de la Municipalidad como de la Provincia, achacan al vandalismo y a los propietarios de inmuebles la casi nula gestión al respecto. Los primeros por el robo de los ejemplares que se plantan, y los segundos por no cuidar los que tienen frente a sus casas y recurrir muchas veces a la poda ilegal ya que por norma la única que puede intervenir en la poda es la misma Municipalidad. El problema no se circunscribe a la capital ya que todavía está fresca el recuerdo de la muerte de un escolar en Yerba Buena al caer un árbol sobre el transporte en el que iba a la escuela.

Luego de aquel hecho trágico, operarios de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán realizaron una poda masiva en las calles de la ciudad: un ejemplo fueron las tipas de Mitre al 200, que desaparecieron, y numerosos ejemplares de calles, como la San Luis. Fue una medida duramente cuestionada desde distintos sectores.

Basta leer los comentarios de la nota online publicada ayer en LAGACETA.com para advertir la cantidad de denuncias acerca de árboles que corren serio riesgo de caerse. O simplemente hacer un recorrido constante por las veredas en los que se encuentran los más añosos para tratar de prevenir hechos lamentables. Cuesta creer además que no se puede hacer un control responsable sobre ejemplares que, por ejemplo como el caso de ayer, están colocados dentro de las cuatro avenidas lo que debería hacer mucho más sencillos este tipo de operativos.

Si los tucumanos siempre nos enorgullecimos del verde que caracteriza a nuestra provincia, no es menos cierto que hoy se hace poco para que esa imagen se perpetúe. A los casi nulos planes de plantación (hace poco el Gobierno provincial admitió que no había podido cumplir con las promesas al respecto) se suma la caída de ejemplares casi centenarios que no fueron reemplazados en su momento. Si el Gobierno prometió plantar 1.5 millón en una campaña promovida en 2017, hasta el momento sólo se han visto 50 ejemplares colocados en el Gran San Miguel de Tucumán.

Creemos que las autoridades de toda la provincia deben tomar rápidamente cartas en el asunto. Lo que ayer fue una desgracia con suerte puede transformarse en tragedia en cualquier momento. Y la responsabilidad del Estado en estas cuestiones es indelegable.