(Por Agustín Eugenio Acuña - Defensor Oficial Itinerante).- Advertencias: Ejercí como abogado entre 2009 y 2011. Trabajé en un juzgado entre 2011 y 2012. Y estoy en una Defensoría Oficial desde entonces. Fui, soy y me siento más abogado que juez. Hay que distinguir entre fiscal, juez y defensor. Tengo una visión muy crítica de los jueces. Además, fui sancionado disciplinariamente como abogado (con una multa de $ 2.000 por el ex camarista Salvador Ruiz); como empleado (10 días de suspensión) y como defensor (severo llamado de atención). No llevo ni dos años en el cargo que ocupo (titular de la Defensoría Oficial itinerante en lo Civil y del Trabajo de Concepción y Monteros. Así que pido a los lectores que no caigan en el argumento ad hominem de tachar lo que digo por ser yo quien lo dice.

Tres preguntas e ideas

¿Es la ética de los abogados una rama de la literatura fantástica? Así lo afirmó el profesor de Derecho Constitucional, Lucas Arrimada[1]. Antes de que me acuchillen, aclaro tres cosas: a) La afirmación puede ser pesimista, realista o simplemente generalizante al extremo de la situación ética de los abogados, según quien lo crea así. b) La “ética judicial” también se construye con los abogados, pieza clave del sistema, y la afirmación tranquilamente podría ser aplicada a ella. c) Valga decir una “obviedad”: fiscales, defensores, jueces y funcionarios antes de ser eso, somos abogados.

¿“Don’t be evil” es suficiente para los jueces? Parece que el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán en 2014 era admirador del popular buscador Google (“no seas malo” es su eslogan corporativo) porque calificó de “obviedad” al proyecto de un Código de Ética Judicial presentado en la Legislatura, ya que, según su criterio, todo eso estaba contenido en otras normas. Tanto él como el presidente actual votaron juntos en la Acordada 1085/14 y entendieron que no hacía falta ninguna comisión de Ética Judicial. Bastaba para ser ético, como interpreto su postura, no hacer el mal (es decir, cometer infracciones, delitos o hechos que dieran lugar a causales de juicio político). Yo pienso como Edmund Burke que “para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada.” No basta con ser bueno, es necesario actuar.

Si hay que elegir entre hacer lo correcto y hacer lo conveniente, siempre tenemos que hacer lo correcto.

¿Nos atreveremos a elevar la vara y luego volar los puentes o quemar las naves? ¿Cómo? Hace poco alguien me dijo que era “atrevido”. Ignorante yo, busqué el significado en el diccionario, que me llevó al verbo “atrever”. Opté por la acepción que convertía la frase en un elogio puesto que atreverse es “determinarse a algún hecho o dicho arriesgado”. Por eso esta pregunta final.

Personas a las que les gusta gastar su tiempo en “obviedades” realizaron un Código Iberoamericano de Ética Judicial. Está en Internet para los curiosos. Claramente puede servir de base para ponerse de acuerdo en normas éticas básicas compartidas por todo el sistema judicial. Inocentemente puede creerse que existe un consenso sobre eso pero, a mi entender, no lo hay. Ejemplo: El ex presidente de la Corte en 2014 cuestionó que el juez no pudiese reunirse a solas con una de las partes en conflicto. Eso está en tensión a simple vista con el artículo 15 del Código Iberoamericano de Ética Judicial que indica que el juez “debe procurar no mantener reuniones con una de las partes o sus abogados (en su despacho o, con mayor razón, fuera de este) que las contrapartes y sus abogados puedan razonablemente considerar injustificadas”. No digo que el equivocado sea el ex presidente (que dos años después, con coherencia, recibió a una parte de un proceso en su casa o que lo sea el código. Lo que digo es que hay que atreverse. Hay que atreverse a elevar a la ética por sobre la simple norma. Los que cumplimos alguna función judicial tenemos que ser mejores que la simple norma. No por cuestión de vanidad, sino de servicio a la ciudadanía.

No podemos contentarnos con cumplir las frías normas positivistas. Tenemos que elevar la vara ética. Hay países en los que se han perdido carreras públicas intachables y promisorias por comprar un chocolate con la tarjeta del Estado o por plagiar la tesis de doctorado, hecha mucho antes de ser funcionario público. Y para eso qué mejor camino que discutir y elaborar un código a partir de lo existente. Si no se sanciona una ley, puede ser una acordada o puede ser un código surgido incluso del propio grupo de la magistratura. Luego viene lo más difícil. Una vez hecho el puente, hay que cruzarlo y tener el coraje de volarlo, como hacían los romanos para no retroceder en sus conquistas, según un joven gobernador norteño. No debe haber vuelta atrás. Con creatividad encontraremos mecanismos para eso.

Conclusión

Espero que estas ideas e interrogantes sirvan para que en Tucumán sea posible esto: a) eliminar la ética judicial como rama de la literatura fantástica y hacerla realidad; b) eliminar la idea de que no hacer el mal es suficiente para ser buenos; c) elevar la vara ética y volar por los aires los puentes o quemar las naves que impidan el regreso atrás, para que se haga carne que entre hacer lo correcto y lo conveniente, siempre tenemos que hacer lo correcto, como dicen que dijo un funcionario eyectado del gobierno nacional.