Aunque ahora regalar flores parezca una tradición comercial (con mucho marketing de por medio), hubo un tiempo en que los arreglos florales representaban por sí mismos un auténtico medio de comunicación.

Este lenguaje alternativo era conocido por sus practicantes como “el arte de la floriografía”, debido a la gran cantidad de signficados, consejos e indicaciones que se debía tener en cuenta.

Tales eran las especificidades que, a mediados del siglo XIX, se creó el “diccionario de las flores”. Este era un compendio de más de 1.000 páginas ilustradas y -como es lógico, perfumadas. En esas hojas cada planta, cada árbol y cada flor existente tenía asociado un sentimiento específico. Odio, amor, esperanza, pena... cualquier emoción podía ser transmitida haciendo llegar la flor correcta.

Un secreto de mujer

Presente ya en la época victoriana, la floriografía comenzó a popularizarse especialmente entre las mujeres, quienes encontraban en las flores un aliado para sus amores imposibles y las relaciones prohibidas debido a las normas sociales imperantes.

Las flores fueron por mucho tiempo un astuto y silencioso método para ocultar y transmitir aquellos sentimientos en pequeños ramos pero -con el pasar de los años- aquellos escritos sobre el lenguaje de las flores perdieron su fuerza.

Sin embargo, aunque ya no existe una traducción exacta del diccionario, todavía es posible asociar algunas flores o plantas con ciertos sentimientos.

Sonreír con crisantemos

Por otro lado, hay flores que estan relegadas a la duda y que jamás encontraron su espacio dentro de este inmenso diccionario. Un claro ejemplo de esto es el crisantemo, símbolo de un amor frágil y sufriente o la más dichosa alegría por sus intensos colores naranjas y rosas.

Geranio: implica la alegría de pasar tiempo con alguien, transmiten felicidad.

Un amor fugaz

Las No me olvides significan la inquietud de no ser correspondido y, acorde a su nombre, la promesa del recuerdo.

Tulipanes y fresias, que se consiguen solamente en invierno, representan la elegancia, la finura y la exclusividad. Cabe destacar que duran poco tiempo, sólo la temporada.

Erotismo

Lejos del amor y la pureza, hay flores con connotaciones más ariesgadas. Por ejemplo, la entrega de un ramo de azucenas (sin importar su color) puede traducirse en el idioma de las flores como una descarada propuesta: “te desafío a que me ames”.

También las orquídeas, retratadas cómo un símbolo de fecundidad y de sensualidad femenina por sus formas circulares pueden mostrar otra cara. “Sos el objeto de mi deseo”, sentencian sus pétalos violaceos.