Los fantasmas (si los hubo) armaron sus valijas y se fueron. Era comprensible. ¿Qué ser de la oscuridad soportaría vivir en un lugar limpio, alegre y lleno de colores? El principio del fin de los espectros llegó el día en que Andrés Ortega, presidente de la fundación “Vamos de nuevo”, puso sus ojos en la vieja casona de avenida Mate de Luna al 4.100, llena de graffitis y envuelta en historias de terror. “¡Qué hermosa casa para nuestros talleres!”, se dijo, mirando el futuro más que el presente. Quizás en ese mismo momento los fantasmas empezaron a perder su poder.

MURALES ESPEJO. En ellos voluntarios y beneficiarios reflejaron la vida cotidiana de los talleres de la fundación. fundación vamos de nuevo

Después de conseguir en préstamo el inmueble, la “casa embrujada” se convirtió en La Casona de la fundación, uno de los seis proyectos de la institución. Allí los jóvenes de barrios vulnerables alternan talleres de carpintería, costura, diseño de indumentaria, panadería, artesanías y ropero comunitario. Los mismos chicos trabajaron varios meses en recuperar el parquet, los baños, la cocina, el sistema eléctrico y las cañerías. Pintaron las paredes y dibujaron murales con alegres colores, que reflejan las actividades cotidianas que se realizan en la casa. La vivienda es enorme y solamente se utiliza la planta baja.

LIMPIEZA. Pisos y paredes estaban llenos de suciedad.

Durante el año también se realizaron tres jornadas de prevención del suicidio adolescente que dictó la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo de la Nación.

El domingo, La Casona, se convertirá en una casa de verdad, donde el espíritu de la Navidad se cuela por todos lados. Los chicos armaron el árbol y el pesebre y llenaron de adornos el lugar. El domingo por la noche se servirá una cena preparada por las madres de los jóvenes que van a los talleres. “Tenemos casi todo, sólo nos hacen falta más gaseosas, dos cajones de pollos, verduras y helados para el postre”, dice Ortega (se puede colaborar al teléfono 3814170359). La fiesta promete estar tan linda que quizás algún fantasma decida regresar y colgarse, al menos por esa noche, como una lucecita más del árbol de Navidad.